De la ley migratoria
¬ Augusto Corro lunes 8, Jul 2013Punto por punto
Augusto Corro
La manera unilateral de resolver el problema migratorio en Estados Unidos traerá repercusiones graves a sus países vecinos.
Una de las acciones que emprenderán los estadounidenses es el cierre de la frontera norte a piedra y lodo: un muro de cientos de kilómetros y vigilancia por cielo, tierra y mar. EU está en su derecho de proteger sus fronteras, pero ¿qué ocurrirá, por ejemplo, en México y los países centroamericanos?
Como se sabe, miles de mexicanos y extranjeros indocumentados se internan en territorio estadounidense en busca de la tierra prometida.
Una vez que se eche a andar la nueva ley migratoria, cuál será el destino de los braceros.
Algunos lograrán cruzar, pero otros se quedarán en las ciudades norteñas para vivir en los cinturones de miseria fronterizos. El panorama se presenta más complejo para los extranjeros que pasan por México para entrar a Estados Unidos.
Esos miles de indocumentados ante la imposibilidad de terminar su viaje, se quedarán a vivir en México. Y como se ve, no existe algún proyecto de las autoridades para prevenir ese problema.
Los EU ya empezó a solucionar el fenómeno migratorio, sin tomar en cuenta las repercusiones sociales en el área latinoamericana.
Por cierto, en el tema de la migración, México sigue sin poder brindar seguridad a los extranjeros que transitan por el territorio, sin contar con documentos migratorios. Según los últimos reportes, los migrantes son fácil presa de la delincuencia organizada que los extorsiona, tortura, viola, secuestra y asesina con la mayor de la impunidades. Los derechos humanos de los indocumentados es letra muerta, porque no se ha podido exigir a las autoridades el cumplimiento estricto de la ley. Estados Unidos resolverá el problema migratorio y ¿México, cuándo?
LAS PRISIONES
No es nueva la noticia de que el 60 por ciento de las prisiones mexicanas son controladas por la delincuencia organizada.
En su informe de 2012 la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH) refiere ampliamente a la situación que priva en las cárceles del país.
Leyes laxas, sobrepoblación y crimen organizado son factores que inciden en la violencia dentro los reclusorios. Gobiernos van y vienen y continúa la apatía por reorganizar esos centros de reclusión. Las condiciones inhumanas de las cárceles, el control de las mismas, por grupos violentos y otra serie de factores, tienen a la población carcelaria en verdaderos infiernos. En algunos sitios el control de la cárcel son manejados en un 60 por ciento a través de la delincuencia organizada.
De acuerdo con el informe, la mayor parte de las prisiones presentan un sobrecupo. Por ejemplo, en junio del año pasado, se reportó que había 238 mil 269 presos en 419 instalaciones, “lo que representó un excedente de 25.8 por ciento de la capacidad”.
También describió el sistema penitenciario “como uno de los componentes más rezagados y abandonados de la seguridad pública”. Desde 2010 se contabilizó la fuga de 521 reclusos en 14 incidentes. Es del dominio público la serie de hechos violentos en las cárceles, pero principalmente, los casos de las masacres.
La mortandad de presos, los amotinamientos y las fugas masivas son signos permanentes del sistema obsoleto de los reclusorios. Las peores condiciones carcelarias se encuentran en el Distrito Federal, Tamaulipas, Nuevo León, Estado de México, Quintana Roo, Oaxaca, Guerrero, Tabasco y Nayarit.
Las autoridades, en el renglón penitenciario, se encuentran en deuda con la sociedad. Teóricamente, las cárceles mexicanas debían ser centros de rehabilitación para las personas que delinquen, pero ocurre todo lo contrario.
Las prisiones están convertidas en escuelas del crimen. Desde esos lugares, la delincuencia organiza, dirige secuestros y acciones delincuenciales. Se trata pues, de un conflicto permanente con estallidos de violencia incalculables.