Marcha en Morelos
¬ Augusto Corro martes 2, Jul 2013Punto por punto
Augusto Corro
Hace tiempo que el Estado de Morelos dejó de ser tranquilo. Dos sexenios de panistas fueron suficientes para hacerlo una entidad invadida por la delincuencia. Así quedó demostrado antier, cuando en Cuernavaca se llevó a cabo una marcha con miles de personas, vestidas de blanco y en silencio, a favor de la paz.
La denominada “Marcha del Silencio por la Paz” tuvo como propósito fundamental que el gobernador Graco Ramírez responda por los altos niveles de inseguridad que padecen los morelenses, pues esa entidad ocupa el primer lugar nacional en secuestros.
La delincuencia organizada se acentuó en la entidad citada, debido a la invasión de la narcodelincuencia, entre otras cosas.
Ante el panorama de violencia, el nuevo gobernador de Morelos, Graco Ramírez, se comprometió a reducir los índices de criminalidad. No lo logró.
Al final de la marcha, la representante de los manifestantes acusó al citado gobernador de “omiso, mentiroso, manipulador e ineficiente”.
LA VIOLENCIA ELECTORAL
Previo a las elecciones del próximo 7 de julio, en algunos lugares el ambiente es de violencia. Desde luego, el tema no es nuevo ni será pasajero. Habrá comicios en 14 entidades y como en todas partes del mundo, los políticos tienen intereses o ambiciones que los mueven.
Se trata algunas veces de rencillas personales, de extremismos ideológicos, de narcos o de pleitos de cantina.
Lo que sí está claro es que son dos tipos de lucha: las que se realizan en los partidos políticos no importa la línea ideológica que se trate. Por ejemplo, no es lo mismo los enfrentamientos que se registran a nivel de cúpulas políticas, que los pleitos en las bases.
La infantería electoral y sus candidatos llevan sus luchas hasta sus últimas consecuencias a enfrentamientos de vida o muerte. A veces, entre los mismos miembros de una organización las pugnas internas desembocan en actos mortales.
Como señalamos, a veces las luchas ideológicas son el eje de las pugnas políticas, pero no siempre. Por eso es necesario que, hasta donde sea posible, se aclaren las agresiones contra los políticos. La muerte de alcaldes se tiene como hechos cotidianos que se acumulan en el archivo de casos perdidos.
El último hecho violento sucedió la semana pasada en Teposcolula, Oaxaca. La aspirante a diputada local, Rosalía Palma, sufrió un atentado. Afortunadamente salvó la vida, no así su esposo y una sobrina.
También, en el estado mencionado, se registró otro crimen contra un político. En este caso, Nicolás Estrada Medina, líder del PRD, fue secuestrado y asesinado. Alguien tiene que frenar los hechos violentos electorales, que mucho dañan a la democracia.
CALDERON Y SU FORTUNA
Cuando llegó a la presidencia Calderón registró su patrimonio y el de su esposa en 7.4 millones de pesos. Al finalizar su administración dicha riqueza fue de 17.8 millones de pesos.
Se podría decir que, por lo menos, sus bienes patrimoniales casi se le triplicaron. Es posible.
¿Es creíble? Tal vez. Pero no todo mundo lo acepta. Menos cuando se trata de ciudadanos privilegiados que utilizan el poder para enriquecerse.
Y la verdad sea dicha, es tanto interés de los panistas por el dinero, que Calderón no podría estar al margen de la ambición.
Quizás si hubiera sido un buen presidente, todos sus errores se le habrían perdonado; pero ocurrió todo lo contario: dejó sumido a México en una guerra a la que no se le ve fin.
Miles de mexicanos padecen los estragos derivados de una lucha contra la delincuencia organizada que dejó más de 80 mil personas muertas y el tejido social destrozado.
Mientras, Calderón sigue en Harvard con la idea de que su guerra fallida fue lo mejor que pudo ocurrirle a México.