Mexicanos de segunda
Ramón Zurita Sahagún miércoles 19, May 2010De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Son miles de mexicanos (más de los que nos imaginamos) los que están agraviados con lo que sucede alrededor de la desaparición de Diego Fernández de Cevallos.
Lo están porque tienen familiares desaparecidos, algunos años atrás, sin que las autoridades se dignen en informar sobre el curso de las investigaciones, si es que en realidad las han realizado.
Jóvenes, adultos, mujeres (algunas clasificadas como las muertas de Juárez), se evaporaron sin dejar rastro, sin que nadie pusiera empeño por encontrarlas.
Lejos estuvieron de tener la misma cobertura que las autoridades le han dado al ex candidato presidencial.
Cierto es que Diego es uno de los personajes más influyentes del país, pero también lo es que no ejerce ningún cargo público y dentro de su partido es uno más de los consejeros nacionales que, como millones de mexicanos, circulamos bajo nuestro propio riesgo.
También lo es que cuenta con uno de los principales despachos de abogados y que varios de sus asociados se encuentran ubicados en posiciones preferentes de la administración pública federal.
Sin embargo, su caso debería recibir el mismo trato que el de los demás, sin que aviones, helicópteros, vehículos terrestres por docena y cientos de elementos policíacos estén dedicados a su búsqueda.
De la cobertura que le dan los medios de comunicación, eso es cuestión de cada uno de ellos, si quiere dedicarle el tiempo y espacio que cada uno decida o, como en el caso de Televisa, si se abstienen de ello.
En un país donde la investigación es una actividad que no se ejerce dentro de los cuerpos de seguridad o procuración de justicia y donde los archivos suman toneladas de rezago judicial, sorprende las diligencias de las autoridades por aplicar celeridad en el caso del panista.
Son miles de casos sin resolver y a los que las autoridades no dedican tiempo alguno los que se acumulan a nivel federal y estatal, algunos de ellos ocurridos en tiempos recientes y con gran repercusión, los que han quedado sin respuesta.
Y aunque vivimos en un país donde nos regimos por una misma Constitución y leyes secundarias que amparan por igual a todos los mexicanos, donde la justicia se aplica con el mismo rigor o benevolencia y no como decía Juárez, para mis amigos justicia y gracia, para los demás justicia a secas, queda muy en claro que hay mexicanos de primera y de segunda.
Los periodistas desparecidos en varios estados del país, las 40 personas que se tienen registradas como desaparecidas en Coahuila, las 300 víctimas sin identificar del llamado “Pozolero”, las mujeres de Juárez y muchas personas más que desaparecieron sin dejar rastro no han merecido la misma atención de las autoridades que el mítico “Jefe” Diego.
Cuando menos en los recientes casos de la desaparición de Diego Fernández de Cevallos y en el asesinato del candidato panista a alcalde de Valle Hermoso, Tamaulipas, no existió ningún personaje que saliera al paso para afirmar que era -en el segundo de los casos- un crimen de pandillas o en el primero que la extraña desaparición del ex candidato presidencial es parte de un ajuste de cuentas o una respuesta de la guerra desatada contra la delincuencia organizada, ya que el gobierno se encuentra ganando dicha confrontación.
*Doce gobernadores asistirán el próximo martes 25 a una cena extraordinaria organizada por un diario capitalino, donde también estarán el coordinador de los senadores del PRI, Manlio Fabio Beltrones; la coordinadora de los diputados del PAN, Josefina Vázquez Mota; dirigentes de los principales partidos políticos; un grupo de empresarios de los más poderosos y algunos secretarios del gabinete presidencial.
Las estrellas de la noche serán Margarita Zavala y los gobernadores de Nuevo León, Rodrigo Medina y del Estado de México, Enrique Peña Nieto.
Los restantes diez gobernadores son solamente música de acompañamiento.
*Pocos lo recuerdan ya, pero Julio Hirschfeld Almada fue la primera víctima importante que laboraba en el servicio público federal en ser secuestrado en los principios de la década de los 70. Antes de eso, algunos empresarios fueron secuestrados y otros más asesinados en intentos de secuestro como fue el caso de Eugenio Garza Sada.
La poca frecuencia con que ocurrían esos casos provocó casos extremos como el del suegro del entonces Presidente de la República, Luis Echeverría Álvarez.
Su suegro, José Guadalupe Zuno, había gobernado Jalisco varias décadas atrás y por lo inusual de los secuestros en aquel entonces en México, fue fácil víctima del delito que lo privó de la libertad.
Una hermana del entonces presidente electo, José López Portillo fue objeto de un intento de secuestro, el que finalmente no lograron concretar los delincuentes, pero desató una feroz cacería en contra de los grupos guerrilleros, al asegurarse que algunos de los presuntos secuestradores pertenecían a células de la hoy desaparecida Liga Comunista 23 de Septiembre.
En realidad, en México no son demasiados, ni tan sonoros los casos de políticos que hubiesen sido privados de su libertad para canjearlos por dinero o que sirvieran para algún tipo de negociación, más bien las víctimas pertenecen a otros sectores, donde se presentan con mayor frecuencia este flagelo.
Sin embargo, en el caso de Diego, su extraña desaparición sigue significando un misterio todavía sin resolver donde abundan las dudas y los cuestionamientos sobre lo ahí ocurrido.
*Hoy será una fecha importante en el calendario electoral de Yucatán, donde los panistas habrán de decidir si continúan con sus protestas y llevan el caso a los máximos tribunales electorales o, simplemente, reconoce el triunfo de la priísta Angélica Araujo Lara.
El organismo electoral del estado dará a conocer las cifras obtenidas por cada uno de los candidatos y partidos en la contienda del pasado domingo, donde según los resultados preliminares, los priístas se alzaron con una victoria en los principales ayuntamientos y con una mayoría en el Congreso local.