Vida contemplativa
¬ Juan Manuel Magaña miércoles 19, Jun 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Los números resultaron ser tan chiquitos como su persona.
Según la prensa, en la administración de Felipe Calderón, el gobierno federal apenas pudo recuperar 25.2 millones de pesos en multas a servidores públicos, a quienes acusó de corrupción.
Eso, representa el porcentaje insignificante de apenas 0.33% de las sanciones que intentó imponer sólo en el año 2011. Qué podía esperarse de alguien a quien hicieron “ganar” con el .56 por ciento de diferencia.
La información está apoyada en un informe de la Auditoría Superior de la Federación, en el que documentó que la Secretaría de la Función Pública no argumentaba bien en tribunales o de plano dejaba pasar meses o años sin presentar las pruebas en contra de los acusados.
¿Cómo se le puede llamar a eso?
El informe dice que además esa secretaría cometía fallas simples, como la anotación errónea en sus bases de datos del registro federal de contribuyentes del infractor.
Lo que ese informe constata en realidad es que no ha habido secretaría más inútil, más inepta en el país, que la del nombre tan sin sentido de Función Pública.
Y comprueba también que en 30 años no ha habido concepto más absurdo e imaginario que el de la renovación moral de la sociedad y cualquiera de sus sucedáneos como el combate a la corrupción.
Si alguna secretaría ha sido onerosa ficción es esa y las contralorías que le antecedieron. Todos los secretarios que pasaron por ella han estado buenos para monjes, pero no por buenas gentes, sino por la vida contemplativa y de simulación en que se sumían.
Dígame si no. La ASF concluyó que en 37 casos revisados en la auditoría a la gestión 2011, se identificó penalizaciones por 459 millones de pesos que “fueron impugnadas y ganadas por los servidores públicos sancionados, debido a que los Órganos Internos de Control no motivaron ni fundamentaron las irregularidades imputadas y, en otros casos, prescribieron sus facultades sancionatorias por no realizar las gestiones correspondientes en los plazos establecidos.
El asunto es algo, además de costoso, ofensivo, porque se trata de un descarado engaño del poder a una sociedad que no tiene medios para castigar eso.