Azano, cerca de Miranda
Francisco Rodríguez viernes 14, Jun 2013Índice político
Francisco Rodríguez
Dice el prestigiado columnista y obligado referente Raymundo Riva Palacio que “Luis Miranda (Nava) es tan cercano a Enrique Peña Nieto que es la única persona con la que el Presidente se anima a tomar una copa”. Lo sabe todo el mundillo político. Y claro, el empresarial.
Por tal es que José Susumo Azano Matsura, el traficante de equipos de espionaje telefónico que sobrefacturó en un 87.5% una de las adquisiciones de la Secretaría de la Defensa Nacional busca con desesperación un acercamiento con Miranda, subsecretario de Gobernación, con posibilidades de ascenso al principal despacho del palacete de los Covián, y para ello ha empleado cual “amable componedor” al editor mexiquense Raúl Libién Santiago (Grupo Miled), quien presume de amistad con el funcionario más próximo a Peña Nieto.
Miranda, a quien Ernesto Cordero y, entre otros, César Nava espiaran durante el lapso comprendido entre 2010 y 2012 –con equipos de Azano Matsura, desde Paseo de las Palmas 405—, creen Azano y Libién, puede ayudarlos a volver a abrir las puertas de la Sedena, pues en la actualidad, como también ya se ha ventilado, dos de los contratos mencionados en la prensa en julio del año anterior, aún se encuentran inconclusos, llevando a la fecha un atraso superior a 7 meses para la entrega de equipos, sin que desde Lomas de Sotelo se actúe en contra del incumplimiento.
La cantidad involucrada es por cerca de 2 mil millones de pesos.
Pero Azano y Libién no sólo buscan la apertura de tales puertas. También quieren ingresar a Pemex y, claro, a la propia Secretaría de Gobernación, donde ahora se asientan las facultades —y los dineros— que otrora tuvo la desaparecidita Secretaría de Seguridad Pública, creación instantánea del nefasto Genaro García Luna.
Azano tiene tentáculos políticos por todas partes. Para llegar a la Sedena, vía César Nava y Ernesto Cordero, utilizó y luego desechó al panista Raúl Alejandro Padilla, en ese entonces presidente de la Comisión de Presupuesto de la Cámara de Diputados.
Ahora también hace uso de su relación con el priísta Jaime Martínez Veloz —comisionado para el Diálogo con los Pueblos Indígenas y representante de Gobernación en eventos y actos en diversas entidades—, quien ya estuvo en su nómina litigando en el caso Sempra, la empresa generadora de energía eléctrica para el sur de California con la que mantiene un litigio por más de 30 millones de dólares, y que ha provocado, desde hace tiempo, serias interferencias entre la Casa Blanca y Los Pinos.
DESDORO DE UN GENERAL
En esta trama corrupta de la que le empecé a platicar ayer aquí hay una víctima a la que se le ha hecho justicia. El general Augusto Moisés García Ochoa, quien fungía como director de Administración de la Secretaría de la Defensa Nacional, en donde se hizo la adjudicación directa de los contratos por 5 mil millones de pesos a favor de Azano Matsura, y con la intervención directa de Los Pinos, entonces bajo la ocupación de Felipe Calderón, Ernesto Cordero y César Nava.
García Ochoa hubo de cargar con el desdoro y, con toda hombría y con eso que los militares conocen como lealtad, guardó silencio.
Nunca habló sobre las presiones e influencias de Calderón, Cordero y Nava, aún de su propio superior Guillermo Galván Galván. “Aguantó vara”, diríamos nosotros los civiles.
El más reciente febrero, incluso, The New York Times dio a conocer que el gobierno estadounidense, a través del embajador de Barack Obama en México, Anthony Wayne, se había atravesado para impedir que García Ochoa, uno de los más fuertes aspirantes a suceder a Galván Galván en la Sedena, fuese favorecido por tal designación del presidente Peña Nieto, por posibles actos d corrupción en su posición como administrador de la dependencia militar.
Ahora destacado en Torreón, Coahuila –among all places—, como comandante de la XI Región Militar García Ochoa no habla, por ejemplo, de cómo fue que en varias ocasiones Calderón y Cordero visitaron en 2010, 2011 y 2012 las instalaciones castrenses, para evaluar los avances de “su” inversión en los proyectos de inteligencia –espionaje— otorgados a José Susumo Azano Matsura.
García Ochoa, pues, ni intervino. Todo provino “de arriba”.
Y “de arriba”, ahora, Susumo Azano quiere que le ayuden a negociar el atraso de sus contratos con la Defensa. Y claro, que le den contratos en Pemex y en Segob.
Por eso busca y ya casi tiene cercado a Luis Miranda.
¿Le abrirán las puertas presupuestales, otra vez? ¿Para facturar con sobreprecios? ¿Para montar oficinas de espionaje paralelas, como la de Cordero en Palmas 405?
Índice Flamígero: Aarón Dychter Poltolareck inició en secrecía, hace aproximadamente 15 años, romance con atractiva dama a quien tenía incrustada en la nómina de la Subsecretaría de Comunicaciones y Transportes bajo su cargo.
De esa relación nació una también atractiva joven que disputa la atención del respetable. Años después, aquella misma atractiva dama inició, también en secrecía, relación con Agustín Arellano, a la sazón director general del SENEAM y, por no natural consecuencia, la incrustó igualmente en la nómina del sector comunicaciones y transportes. Hace 4 años, la multicitada atractiva dama (quizá ya con parte de las huellas del tiempo sobre sus párpados), inició otra vez en secrecía relación con Gilberto López Meyer, incrustándola una vez más en el sector SCT con nivel gerencial.
En ASA le apodan “La Capitana”, quien hoy luce nuevo vehículo automotor en las instalaciones de ese organismo, mismo al que han etiquetado con el nombre del “auto de madera”, pues dicen está “fabricado con puros palos”(?). Llama la atención que la dama se interese tanto por el sector aeronáutico y aeroportuario, ¿a poco no? Ahora que, todo lo anterior no sorprendería, si no fuese porque el capitán López Meyer ha iniciado —en secrecía, but of course— “romances” con dos jóvenes más, empleadas de ASA, apodadas “las barbies”, mismas que han ido ascendiendo en la escala laboral de secretarias hasta “jefas de departamento”. Sus características, me cuentan, son inconfundibles: difícil articulación del lenguaje: sin haber espetado a los 30 segundos un “haiga”, pero eso si “bien bue.. otas”.