Colores a modo
Francisco Rodríguez jueves 6, Jun 2013Índice político
Francisco Rodríguez
Las placas de los vehículos, los muros de las obras, las carrocerías de las patrullas, los uniformes de los empleados gubernamentales, en un de repente, aparecieron con los colores de los partidos que tenían a su cargo las presidencias municipales, los gobiernos estatales, incluso a la federación.
La primera vez que observé esto —quizá ya se habría practicado en otras partes— fue a principios de la década de los 80’s del siglo anterior, cuando los panistas se hicieron por primera vez de la alcaldía neoleonesa de San Pedro Garza García y mandaron a pintar de azul los barandales de una de sus principales avenidas, a la que de inmediato también cambiaron el nombre por el del fundador de su partido Manuel Gómez Morín. Ah, y claro, las patrullas.
Y de ahí pa’l real. Llegaron los panistas a Guanajuato y Jalisco, por ejemplo, y las placas de identificación vehicular se pintaron de azul. Ya con amarrillo. Ya con naranja.
El colmo se dio en Boca del Río —que, repito, no es la capital de Veracruz— cuando el junior de Miguel Ángel Yunes Linares mandó cambiar las señalizaciones de tráfico, que un acuerdo internacional ordena pintar de verde, por el blanquiazul del partido al que recién se había mudado su controvertido progenitor y, claro, al que lo había arrastrado.
No escapan de ello los priístas. El rojo, también en un santiamén, se convirtió en propiedad del partido fundado por Plutarco Elías Calles. Lo mismo: en los muros de las obras, en las placas vehiculares, en el vestuario de sus burócratas. Propaganda partidista, con recursos de los contribuyentes que no necesariamente militan en las filas de esos partidos y, las más de las veces, en ninguno de ellos.
Si algo debemos agradecer los capitalinos a las administraciones perredistas en el poder desde 1997, por ejemplo, es que las placas de nuestros vehículos no son negras y amarillas, aunque las corbatas de sus funcionarios invariablemente sean de este último color.
Se ha quejado el PAN del uso de recursos públicos para efectos propagandístico-electorales. Pero, cual se ve y se sabe, no escapan los albicelestes a este mal uso de los recursos públicos.
Para revivir al Pacto por México, como ya hemos comentado aquí, se firmó un apéndice al mismo que prohíbe el uso de los recursos públicos en tareas proselitistas o, de plano, de compra o coerción del voto. ¿Querrá decir ello que van a acabarse ya estas prácticas abusivas de los partidos que, además, nos cuestan a los contribuyentes, un dineral?
Apenas en septiembre del año anterior, en Querétaro, se acabaron las obras pintadas de rojo, azul, amarillo o cualquier otro color alusivo a algún partido político. Integrantes de la 56 Legislatura local aprobaron la Ley que Regula la Utilización de Colores y Símbolos en Bienes Muebles e Inmuebles del Sector Público.
Ahora, en ese estado sólo podrán difundirse acciones y pintarse obras en color blanco, diversas gamas de gris y negro, colores designados como institucionales.
En Querétaro, como en todo el país, era recurrente ver, al cruzar un municipio, o cada tres años ver que variaban los colores de todos los bienes muebles o inmuebles, haciendo referencia directa al partido político del cual la administración en turno emanaba.
A nivel nacional son gastados, cada tres o cada seis años, millones de pesos para poder cambiar las imágenes institucionales, todo esto con el único objetivo de hacer referencia a la administración pública del partido político del cual se emana.
Y lo mejor, de acuerdo a la iniciativa queretana, es que los funcionarios públicos que violenten la nueva Ley que Regula la Utilización de Colores y Símbolos en Bienes Muebles e Inmuebles del Sector Público podrían enfrentar desde una amonestación hasta la inhabilitación del cargo.
Así, si se pone en práctica el espíritu del adenda al Pacto por México, estará por acabarse con ese feo vicio que trajo consigo la partidocracia que, en México, ha suplantado durante décadas a la democracia, ¿no crees usted?