Carne de cañón
¬ Juan Manuel Magaña miércoles 22, May 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
La noticia saca un silbido de asombro: unos 34 alcaldes murieron debido a la estrategia – o como usted le quiera llamar a la idiotez -de combate al crimen organizado del sexenio anterior.
Ora que, aparte del orden jerárquico, en realidad fueron mil 200 los funcionarios municipales que perdieron la vida en esa pelotera que no condujo más que a la ruina del país.
Eso lo denuncia la Federación Nacional de Municipios de México (Fenamm), que acusó además a Felipe Calderón de haber desviado con fines políticos los recursos que el Congreso autorizó para los ayuntamientos. ¿Criminal, no?
Pero eso sí, el general de utilería no deja de lanzar recomendaciones de cómo deben hacerse las cosas, por ejemplo en Michoacán, para acabar con los malos. Se dice que tan sólo en 2011 fueron 70 mil millones de pesos para programas de los municipios los que el propio Calderón desvió a fideicomisos que tenían otros objetivos.
Según esa organización, Calderón desarrolló una estrategia equivocada que provocó el desbordamiento de la delincuencia organizada y dejó una estadística ominosa en materia de seguridad. Ahora se sabe que los 2 mil 445 alcaldes del país no sabían qué pasaba con la supuesta estrategia nacional y mucho menos podían conectarse y colaborar.
Muchas veces pidieron encuentros con el Consejo Nacional de Seguridad Pública y no pasó nada.
Es más, esa misma federación acusa que, por ignorancia, el ex secretario de Seguridad Pública, Genaro García Luna, declaró que 400 ayuntamientos no tenían policías, como por cierto tampoco tienen palacio municipal, ni empleados, ni presupuesto, porque se trata de pequeñas comunidades de Oaxaca, de 200 habitantes, donde el alcalde es honorario, es decir, ni siquiera tiene salario.
Incluso muchos de esos alcaldes son migrantes que viven en Estados Unidos, pero su comunidad los eligió por usos y costumbres, por ser los personajes más destacados. Así, con esa ignorancia, se fue a la guerra.
Lo que me extraña es que toda esa enorme fuerza municipal no se hubiera expresado con el poder que se supone tenía. Si se lo hubiesen propuesto, en algún momento tal vez habrían parado a Calderón. Pero así es el México genuflexo.
Esa nos la deben los alcaldes y su cultura agachona, acrítica, dada al borreguismo. De los panistas, en ese momento, se entiende. De los priístas, bueno, ya se sabe cómo son. Y de los perredistas es obvio que lo primero que les salió fue lo chucho.
Así no se puede a ninguna parte. Pero los datos ahí están porque alguien los va a recoger para un día llevar a Calderón al lugar que de veras le corresponde.