De estilos y percepciones
¬ Javier Cadena Cárdenas viernes 14, May 2010Termómetro
Javier Cadena Cárdenas
Hay un chiste que muestra muy bien el significado del lenguaje y lo importante -más allá de un supuesto o real respeto- que resulta el hablar de “usted” o de “tú”, que dice: un alto jerarca contrata a un investigador privado para que vigile a su mano derecha porque nota que a últimas fechas se ha comportado de manera extraña, y pasado un tiempo el profesional de la cámara indiscreta regresa con el hombre pudiente a rendirle cuentas y compartirle todo lo que se enteró: señor, habla solemne, su asistente sale del trabajo a la hora que debe salir, se sube a su coche, va a su casa, se toma su coñac y hace el amor con su mujer. Ante tal informe el jefe expresa que no encuentra nada raro en lo que su colaborador realiza y que por lo tanto manifestaba que sus sospechas eran totalmente infundadas, a lo que de inmediato el investigador le pidió permiso para romper el turrón y hablarle de tú, mismo que le fue concedido, por lo que reconstruye su discurso: tu asistente se sube a tu coche, va a tu casa, se toma tu coñac y le hace el amor a tu mujer.
En verdad que no sé si la base de este chiste sea alguna situación real, como tampoco tengo idea de cómo sería la reacción del susodicho que en carne propia conoció y sufrió la diferencia que existe ente el hablar de “usted” y el hablar de “tú”, pero la anécdota me revoloteó mucho el año pasado por la forma en que hablaba de sí mismo don Rafael Acosta, mejor conocido como “Juanito”, ya que se refería a él en tercera persona: “Juanito piensa”, “Juanito cree”, “Juanito ha sido”, etcétera, etcétera, etcétera, y lo hacía como si fuera la viva expresión -pero región cuatro- de un personaje de la serie Seinfiel de televisión.
Y es que el “yo”, el “tú”, el “él”, el “nosotros”, el “ellos” y el “ustedes”, deben ser las formas correctas para dirigirse hasta a uno mismo, o, estimado lector, ¿se ha preguntado cómo se hablará a sí mismo -frente al espejo, por ejemplo- el mencionado “Juanito”?, y si ya lo hizo debe reconocer que la respuesta no debe importar demasiado, ya que simplemente todo es cuestión de estilos.
Y si a estilos nos remitimos, es conveniente recordar aquella situación que Ricardo Garibay vivió en carne propia cuando acudió a la primera cita con el entonces recién estrenado presidente del país, Luis Echeverría, quien había sido su condiscípulo en la Facultad de Derecho de la UNAM: ¿le hablo de “tú” o le hablo de “usted”?, se preguntaba angustiado el escritor hidalguense, y el cómo lo hizo tampoco importa mucho para esta colaboración.
O lo que Javier Solana, secretario de Educación en el gobierno de Felipe González en España, le respondió a un periodista conocido suyo desde los tiempos en que el PSOE era oposición, cuando le preguntó cómo quería que lo tratase en la entrevista -“¿de tú o de usted?”-: “Tráteme usted como quiera”, le dijo el funcionario y a partir de ahí el turrón entre ellos se echó a perder.
Las líneas anteriores se refieren a los estilos, pero también existen las percepciones, y el ejemplo vivo de ello son las diferentes y variadas interpretaciones que se le da a la situación que se vive en el país.
Y es que para el gobierno todo va muy bien, es más: excelente, y esa percepción que tiene de sí mismo el comandante en jefe del ejército de burócratas al servicio de la administración pública federal, lo hace verse y proyectarse como la encarnación del Presidente de la República que todo México necesitaba y necesita, y no vaya a ser que algunos malosos -Ernesto Zedillo dixit-, le hablen al oído y lo convenzan de que él sería el habitante de Los Pinos que la nación necesitará en el futuro inmediato para erradicar completamente a los “cinco” jinetes del Apocalipsis que dio a conocer en Alemania a principios de semana, y a los que, según su propio dicho, en un año enfrentó con determinación y holgura, logrando salir victorioso y fortalecido de esta guerra.
Sí, cinco y no cuatro, según Felipe Calderón Hinojosa, son los jinetes del Apocalipsis, y con esta especie de corrección al texto bíblico, el titular del Poder Ejecutivol pasó a engrosar el amplio espectro de teólogos, profetas, funcionarios y dirigentes políticos que confunden el púlpito con el estrado, el sermón con el discurso, la sotana con el traje y la penitencia con algún acta de contraloría.
Pero no hay de qué preocuparse, ya que todo es simple, o como bien se podría decir: ¡Puro estilo y percepción, pues!, y además soy de los que opinan que Javier Aguirre sí debe convocar a Nery Castillo para que participe en el mundial de Sudáfrica.