Día del Trabajo
Ramón Zurita Sahagún jueves 2, May 2013De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Desde la década de los 80, del siglo pasado, la conmemoración del Día del Trabajo se ha significado por la escenificación de actos vandálicos. Esa fue una de las razones principales para que se suspendieran los desfiles de los trabajadores en que marchaban, en su mayoría, los sindicalistas considerados como oficialistas.
La vanguardia de ese evento correspondía a los afiliados a la Confederación de Trabajadores de México y el discurso corría a cargo del presidente del Congreso del Trabajo, quien de igual manera formaba parte de esa clase obrera privilegiada.
Para el obrero común resultaba un suplicio la fecha, ya que en día feriado era obligado a asistir al desfile, bajo la advertencia que de no hacerlo sería sancionado.
De esa manera, obreros y burócratas convivían en esta concurrida y larga marcha que culminaba varias horas después de su inicio.
El recuerdo de los Mártires de Chicago, Río Blanco y Cananea, entre otros, se diluía entre las loas que se lanzaban dirigentes obreros y gobernantes.
Los primeros reclamos se dieron en ocasión de un desfile, donde fueron lanzados petardos a Palacio Nacional, en los tiempos de Miguel de la Madrid Hurtado.
Con todo y ello, la ceremonia continuó otros años más por el mismo rumbo, hasta que se decidió reducir el festejo, trasladarlo a un espacio cerrado al que asistían solamente los dirigentes sindicales menos radicales o, por decirlo de otra forma, más identificados con el oficialismo.
No por ello se suspendió el desfile, ya que las calles fueron dejadas para aquellos que decidieran continuar con la tradición, situación aprovechada por los llamados sindicatos independientes que decidieron hacer su celebración aparte. La ocasión ha sido aprovechada, una y otra vez, por una serie de vándalos que en cada ocasión aprovechan el momento para causar daños a edificios públicos, enfrentarse con la policía y dejar huellas y constancias de su paso por ésta y otras celebraciones.
El 1 de mayo del presente año no pudo ser la excepción y los vándalos, como siempre, irrumpieron en la concentración de los trabajadores, que tuvo como destino el Zócalo.
Sin importar si son edificios públicos o privados y menos que sean considerados como parte de la historia de la ciudad, la lapidación se hizo presente y los enfrentamientos con la autoridad también, en una repetición de hechos del pasado cercano.
Como siempre, los agresores pasaron impunemente, ya que cubiertos el rostro es difícil identificarlos, pues su idea es la de confundirse con los verdaderos trabajadores y sindicalistas.
Nuevamente, como sucedió apenas el pasado 1 de diciembre, los agresores se presentaron bajo la bandera del anarquismo y buscando la protección de los sindicatos independientes.
Amagan, insultan, agreden y corren, es la tónica de siempre y las autoridades imposibilitadas para responder a la provocación, ya que el objetivo principal es mostrar que son víctimas de la represión por parte de la autoridad y encontrar la víctima para martirizarlo y convertirlo en bandera de su causa.
Nuevamente, la provocación queda sin los resultados esperados, aunque los vándalos seguirán insistiendo, hasta obtener lo que buscan, la respuesta contundente de la autoridad y será entonces cuando las cosas podrían empeorar. Pero la conmemoración del Día del Trabajo fue el pretexto justo para que en otras ciudades se presentaran actos similares.
El problema magisterial de Guerrero fue reactivado y los integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, pertenecientes a la CETEG y quienes forman parte del Movimiento Popular Guerrerense, salieron de nueva cuenta a las calles, en Chilpancingo. A su arribo al Zócalo de la capital, los contingentes arremetieron con pintas contra el Palacio de la Cultura y el Antiguo Palacio de Gobierno, con consignas en contra del gobierno estatal y los partidos políticos.
En la puerta de madera del Palacio de Gobierno, con pintura negra, hicieron un relieve del líder histórico de Guerrero, Lucio Cabañas.
En el astabandera de la Plaza Primer Congreso de Anáhuac, los maestros izaron una bandera de México junto con una bandera roja con las siglas del Movimiento Popular Guerrerense (MPG).
Decenas de maestros de la sección dos del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), integrantes del movimiento de resistencia magisterial, tomaron la caseta de cuota Tijuana-Tecate en protesta por la reforma educativa.
Los automovilistas que cruzan por este tramo carretero tienen el acceso libre sin costo, debido a que las plumas de peaje están arriba.
Marco Antonio Pacheco, líder estatal del movimiento, precisó que por un espacio de dos horas los más de 300 maestros se mantendrían en el lugar como protesta.
Pero dentro de estos hechos vandálicos, vale la pena rescatar que los jóvenes encapuchados que mantenían en su poder el edificio de la rectoría de la UNAM decidieron salir del mismo y entregarlo a las autoridades, las que plantearon una mesa de diálogo fijada para el 9 de mayo.
José Narro Robles, rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, afirmó que se debe aprender la lección de los problemas y ver hacia delante, luego de que el grupo de encapuchados liberó la Torre de Rectoría que mantuvo ocupada durante 12 días.
Durante una conferencia de prensa, el rector de la máxima casa de estudios dijo a la comunidad universitaria que las lecciones son a favor “del diálogo, de la prudencia, de la inteligencia y del uso de la razón”. “En esta institución todos los días se reciben lecciones, es parte de la razón de ser de la universidad. “En esta casa de estudios hemos estado acostumbrados a aprender incluso de nuestros problemas”, dijo Narro Robles.