Crímenes políticos
Ramón Zurita Sahagún viernes 12, Abr 2013De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
La confusa situación provocada por la detención de unos presuntos sicarios que, supuestamente intentaban asesinar a los hermanos Monreal Ávila (Ricardo y David), ejercita la memoria, para recordar una serie de hechos en que fueron asesinados políticos mexicanos.
Quedan puntos por aclarar, ya que la información divulgada a cuentagotas es bastante confusa, sobre la forma en que se conoció de la posibilidad del hecho y la forma en que fueron detenidos los responsables.
No es un secreto que los aparatos de inteligencia mexicana se encuentran a la baja y que son considerados como simples interventores de teléfonos y escuchas de conversaciones privadas, ya que en muy poco contribuyen a la seguridad del Estado o asumen las funciones que les corresponde.
Claro que con el cambio de administración sexenal, el Cisen puede estar asumiendo el papel que le corresponde dentro de las funciones de gobierno y éste puede ser considerado como uno de sus primeros triunfos o, incluso, su carta de presentación.
En México, el crimen de políticos no es ajeno a lo cotidiano de la democracia nacional, ya que desde el final de la Revolución Mexicana, se ha actuado en contra de un presidente de la república electo y de un candidato presidencial que partió como favorito en las encuestas. Dentro de este nutrido grupo, hay sospechas de que otros personajes fueron asesinados, aunque legalmente se considera que murieron por enfermedades o infartos de todo tipo.
En el rubro de asesinatos se encuentran los de Álvaro Obregón, cuando ya había ganado los comicios de 1928 y se preparaba para un segundo período presidencial de cuatro años. Fue victimado en un banquete que le ofrecían diputados por su reciente triunfo electoral. Luis Donaldo Colosio era el candidato presidencial de un PRI todavía sólido y mayoritario que se preparaba para ganar los comicios de 1994, cuando fue asesinado en uno de los actos de campaña.
Después de ellos hay un gobernador electo que fue asesinado en 1936, en un café de la ciudad de México. Manlio Fabio Altamirano había ganado los comicios y se preparaba para gobernar Veracruz, cuando fue abatido.
Estos tres asesinatos cambiaron el rumbo de la historia de México.
En el primero de los casos, Plutarco Elías Calles resultó beneficiado con la muerte de Obregón y construyó entonces su maximato que duró desde el mismo 1928 hasta 1936, cuando rompió con Lázaro Cárdenas y obligado a salir del país. Durante ese lapso, Calles dominó la política nacional e impuso a los presidentes Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio, Abelardo L. Rodríguez y el propio Lázaro Cárdenas.
El asesinato de Colosio benefició a Ernesto Zedillo, nominado candidato suplente del PRI, quien ganó los comicios y gobernó alejado del partido que lo propuso, el que seis años después perdió el poder en las urnas. Con la muerte de Manlio Fabio Altamirano, surgió la figura de Miguel Alemán Valdés, quien suplió la ausencia de Altamirano en el gobierno de Veracruz y después de ello fue designado coordinador de la campaña de Manuel Ávila Camacho, secretario de Gobernación, hasta alcanzar la Presidencia de la República.
Estos, por la relevancia obtenida por sus sucesores, podrían ser considerados los principales asesinatos de políticos mexicanos en la etapa moderna del país.
Sin embargo, también han ocurrido una serie de atentados en contra de políticos de alto rango.
Pascual Ortiz Rubio y Manuel Ávila Camacho registraron atentados en su contra durante sus períodos de gobierno, resultando con heridas leves, el primero e ileso el segundo, por portar un chaleco antibalas. Varios diputados federales y presidentes municipales fueron abatidos durante el ejercicio de sus funciones.
Se recuerdan los casos de Demetrio Ruiz Malerva, en Veracruz, cuando el entonces legislador se veía como un gran prospecto para el gobierno de esa entidad.
Otro asesinato de diputado federal, también veracruzano, fue el de Roque Spinoso Foglio, ocurrido también esas tierras.
Los crímenes de alcaldes se volvieron una constante durante las dos administraciones sexenal de Acción Nacional, dándose una serie de hechos en los estados de Michoacán, México, Guerrero y Tabasco, entre otros. Vale la pena aclarar que en muchos de estos casos no se logró la aprehensión de los sicarios o autores intelectuales de esos asesinatos, quedando impunes la mayoría de ellos.
En este caso, el gobierno mexicano actuó preventivamente, detuvo a los presuntos sicarios y evitó que dos legisladores mexicanos perdieran la vida, lo que hubiese ocasionado una crisis de dimensiones inimaginables.
Valdría la pena conocer toda la película de lo acontecido. En la mayoría de países, los gobiernos y sus aparatos de seguridad actúan preventivamente y poco es lo que trasciende o cuando lo hace, es porque se dan pelos y señales de lo sucedido.
REFORMA POLÍTICA PARA EL DF
Según el jefe de gobierno del Distrito Federal, Miguel Ángel Mancera, la reforma política en la capital del país es impostergable, por lo que se comprometió a consolidar y reconocer los derechos políticos de los habitantes de la ciudad de México.
Al encabezar la instalación del Consejo Consultivo para la Reforma Política señaló que su propuesta es constituir una alianza por la ciudad, llamando a la convergencia de partidos, congresistas, académicos, organizaciones sociales y ciudadanas, para construir todos juntos un cuerpo jurídico moderno, a la altura de nuestra capital. Reconoció que aún cuando la ciudad de México ha experimentado transformaciones de gran relevancia en los últimos tiempos, como el caso de poder elegir a sus propios gobernantes. El mandatario capitalino reflexionó sobre la necesidad de atender la reforma política del Distrito Federal como uno de los pendientes indispensables de la agenda nacional.