Una sociedad enferma
¬ Claudia Rodríguez jueves 14, Mar 2013Acta Pública
Claudia Rodríguez
Hacer valer el derecho al respeto y a la vida plena, tiene altos costos en esta sociedad enferma, que cierto, es muy crítica, pero muy apática.
Me pregunto si como comunidad nacional nos sirve realmente de algo conocer que al día, aquí en el país, desaparecen tres personas en promedio, de las cuales son en mayor porcentaje mujeres o niñas. O bien, si el estar al tanto que en México el gremio enlace de la información hacia quienes requieren o desean saber el diario acontecer, es también uno de los que mayores ataques sufre desde diferentes frentes, ya sean ilícitos o lícitos.
Somos hasta histriónicos cuando relatamos las vejaciones a las que fueron sometidos conocidos y ajenos, pero cuando el insulto y el maltrato llega a nuestro entorno, es mejor guardar la cordura y hasta el bajo perfil, so pena de ser señalado y hasta ninguneado, no sólo por el círculo, sino también por las autoridades.
Como muestra, expongo dos procesos legales -uno civil y otro penal- que transcurren en el ámbito judicial, mismos que desde el círculo de la autoridad han tenido respuestas injustas, inequitativas y sobre todo tardías y en los que como quejosa no sólo he perdido tiempo, sino también dinero, y las autoridades, bien, gracias.
Lo anterior, me atrevo a pensar, desalentaría a cualquiera a enfrascarse en un reclamo de legalidad y respeto, pero no a mí.
Seguiremos citando cifras y hacerle al histrión si sólo comentamos eventos aterradores y no prevenimos, ni nos solidarizamos y mucho menos trabajamos por hacer una sociedad responsable.
El día de ayer solicité una explicación en el colegio de mis hijos, porque a uno de ellos un compañero mayor de edad lo ahorcó, golpeó y humilló, azuzado por otros de sus acompañantes a no soltarlo. El “pecado” de mi hijo fue despejar una pelota que había llegado a sus pies en un momento de recreo escolar.
La respuesta que me dieron es que el “asunto no era para tanto”.
Mi solicitud me tiene en una nueva ruta de defensa de los derechos de mi menor hijo y de la obligación de actuar en correspondencia en todos sentidos.
Ni un nuevo Papa, ni un nuevo presidente, ni nuevas autoridades cambiarán por arte de magia la enfermiza y ya casi inexistente capacidad de reconocer que la violencia se gesta en nuestro propio círculo, misma que es social, de gremio y de familia.
Acta Divina… El presidente Enrique Peña Nieto afirmó: “estamos trabajando en la construcción de un gobierno eficaz, que tiene un propósito fundamental: hacer realidad los derechos humanos que reconoce nuestra Constitución y lograr así una sociedad de derechos”.
Para advertir… Ha llegado el momento de poner en la mesa las cosas públicas, que son nuestra responsabilidad y obligación y encarar a nuestros pares y a nuestras autoridades.