Vacantes
¬ Juan Manuel Magaña viernes 1, Mar 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Son apasionantes los momentos y matices que envuelven una renuncia al poder, así haya sido por voluntad o a fuerzas. Y trátese de Benedicto XVI o de Elba Esther, ambos casos están llenos de curioso paralelismo.
“Hubo momentos de alegría y luz, pero también algunos que no fueron fáciles”, declaró el Papa y es algo que bien podría decir hoy la maestra.
“Hubo momentos en que los mares estuvieron embravecidos y el viento sopló en contra, cuando pareció que el Señor estaba durmiendo”, manifestó en sus últimos días el Pontífice, y la frase como nada embona a la maestra, a su modo.
“Y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino suya (del Señor) y no la dejará hundirse”, fue otra frase que el Papa se dijo a sí mismo, y que en el caso de la maestra se ha dado por la vía de los hechos en el caso del famoso SNTE.
Ambos, Benedicto XVI y la maestra, antes o después, al principio o al final de su tiempo, han dicho que la entidad a su cargo “está viva, aunque muchos hablen de su declive”.
Ambos han experimentado el cierre de filas en su favor o en su contra. El Papa, con esa multitudinaria feligresía que lo despide. La maestra, con esos gobernadores que le impedirán volver.
“Muere el rey, viva el rey”, es la lógica implícita e implacable de este momento de ambos. Otro pastor de la cristiandad será nombrado y un tal Juan Díaz de la Torre es ya el nuevo entre los maestros.
A mayor o menor escala ambos han sido sujetos de atención global. Millones y millones atentos al televisor y a internet o montados en el “tsunami” del nuevo “trending topic”.
Y sin embargo ambos están condenados a desaparecer de la vida pública. Uno, por una buena dosis de voluntad, volverá a ser un peregrino. La otra, qué remedio, ya fue apartada bruscamente del camino.
En los momentos más complicados, ambos fueron asediados por los escándalos (abusos sexuales), la filtración de documentos y las disputas entre sus más cercanos.
Así como el Papa, la maestra dirá siempre que amar a su entidad significó tener el coraje de tomar decisiones difíciles y angustiosas, siempre teniendo en mente el bien más allá y no el de uno mismo.
Quizá en esta hora, la maestra haga como el Papa: “Tenemos que rezar, hay muchos problemas en la Iglesia, pero tenemos que confiar en el Señor”. Y rezar porque los que vienen detrás elijan bien a quienes tendrán que llenar sus vacantes.