La justicia inalcanzable
¬ Augusto Corro lunes 18, Feb 2013Punto por punto
Augusto Corro
Los gobiernos panistas se distinguieron por su nula aplicación de la justicia. Poco les importó la suerte de miles de trabajadores que a diario exponen sus vidas en la industria minera.
La anarquía, esclavitud y falta de seguridad en las minas son el común denominador en esas empresas, cuyos propietarios, en su mayoría, son extranjeros.
La vida de un minero es difícil por los riesgos que corren al entrar a esos túneles, donde el gas grisú tiene sus dominios, porque su presencia difícilmente se nota hasta que explota.
Son cientos de vidas humanas las que se han perdido a raíz de la inseguridad en el interior de esos centros de trabajo.
Desde la tragedia de Barroterán hasta la explosión en la mina de carbón de Pasta de Conchos, la suerte de los mineros no ha cambiado.
El 19 de febrero de 2006 el gas grisú explotó y sepultó a 65 trabajadores, cuyos cuerpos quedaron en algún socavón de la mina en Coahuila. El Grupo México, dueño de la empresa, y las autoridades impidieron que “se efectuaran las investigaciones necesarias para fincar responsabilidades por el siniestro”.
En términos generales, el caso de Pasta de Conchos sigue igual que al principio. Los parientes de las víctimas no cejan en su empeño de exigir justicia.
El nuevo gobierno federal tendrá que revisar el expediente del asunto mencionado y de paso investigar cuál es la situación de la industria minera en México.
Para empezar, será necesario conocer el número de empresas extranjeras que extraen la riqueza del subsuelo mexicano y si se encuentran al corriente del pago de impuestos.
Quizá lo primordial será la inspección de las minas que se han convertido en zonas peligrosas para los mineros.
Es decir, la intervención de las autoridades tendrá que ser integral, para salvar vidas y para darles salarios dignos y mayor seguridad a quienes llenan de dinero las bolsas de los propietarios de las empresas.
También deberá analizarse la instalación de minas a cielo abierto del que se extraen toda clase de minerales.
En los últimos meses se habló de la relación entre el narco y la explotación de minas de carbón. Se dijo que “Zeta Número Uno”, Heriberto Lazcano, quien según las autoridades fue abatido en una zona carbonífera, por Sabinas, Coahuila.
El asunto cobró mayor relevancia porque el hampa fue señalada como proveedora de carbón a empresas federales. Como ocurre en muchos casos, la opinión pública aún espera los resultados de la investigación.
(Por cierto, la muerte de Heriberto Lazcano se volvió todo un misterio. El cadáver del narco fue secuestrado y nunca se supo de su paradero. Inclusive en aquella ocasión se dudó de que Lazcano hubiera muerto).
Sobre la situación de los mineros mexicanos queda claro que en los gobiernos panistas, la condición laboral de los mineros nunca fue atendida con esmero. Esto se puede confirmar en las listas de accidentados en esos centros de trabajo. En el séptimo aniversario de la tragedia citada, representantes de la organización familiar Pasta de Conchos vendrán a la capital a entrevistarse con funcionarios del gobierno federal.
Entre los peticiones que presentará dicha organización se encuentra el relacionado con el rescate de los “65 cuerpos que aún se encuentran entre los escombros de la mina”. Ojalá y ese tipo de tragedias nunca más vuelva a repetirse.