El bosque de enredos
¬ Juan Manuel Magaña viernes 8, Feb 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
Lo dijimos la semana pasada: nadie, ni siquiera los consejeros, se creyeron eso de que Andrés Manuel López Obrador rebasó los topes de campaña presidencial, ni mucho menos que haya sido el único, como afirmara la unidad de fiscalización del IFE.
Por eso pasó lo que tenía que pasar: por mayoría de cinco contra tres los consejeros reprobaron los dictámenes de la fiscalizadora sobre los informes de gastos de campañas presidenciales, al devolvérselos para que se empalmen con la revisión de gastos de campaña para diputados y senadores y se vea ahora todo de conjunto.
Se supone que el IFE había retrasado -a petición del PRD- una semana el debate de esos dictámenes “en aras de la transparencia”, “en aras de ser más minuciosos” en la revisión de los criterios aplicados por la Unidad de Fiscalización en cada uno de los informes de los partidos y coaliciones.
Ya de por sí, en la situación básica, cuando se empieza a hablar de criterios a la hora de hacer cuentas, es porque la cosa comienza a sonar a enredo y trampa.
Y ya de por sí los consejeros y los partidos en estas operaciones obligadas han demostrado ser bastante enredados.
Se supone que con el aplazamiento de una semana el IFE iba a esclarecer los criterios aplicables de prorrateo y de campañas beneficiadas cuando se distribuyan recursos centralizados ejercidos por los partidos.
Pero no pudo más que devolver lo mal hecho a su Unidad de Fiscalización, que deberá tener listo un nuevo pronunciamiento para el 3 de julio.
Cinco consejeros vieron las malas cuentas con mente abierta y no las dejaron pasar. Dos dieron sus razones para oponerse a ese criterio mayoritario.
Pero el que llamó más la atención con una actitud muy cerrada fue el consejero presidente del IFE, Leonardo Valdés, al defender a priori los dictámenes de la UF que concluían con una multa exclusivamente contra los partidos de izquierda superior a los cien millones de pesos.
Según él, ningún partido podía llamarse a sorpresa por los resultados del dictamen, pues todos conocieron los cuestionamientos y montos que llamaron la atención de las auditorías efectuadas.
Dijo que a todos se les explicaron las deficiencias técnicas de sus informes y se les garantizó su derecho de audiencia. Con su cerrazón contradecía sus afirmaciones: era él quién no estaba escuchando las razones expuestas por los otros consejeros.
Se trataba de argumentos como los del consejero Alfredo Figueroa para rechazar los dictámenes, que mostraron cómo una mala aplicación del artículo 177- D sobre prorrateo no hizo sino acomodar gastos al gusto de alguien, “pervirtiendo el sentido central de la fiscalización y en los hechos convertirlo en una simulación”.
Pero el IFE vive su propia comedia de enredos.
Se supone que todo comenzó por una cuestión de calendario, de la que culpan a la izquierda.
Eso hizo que las cuentas sobre campañas presidenciales se anticiparan y se dejaran para después las de campañas de diputados y senadores.
Entonces vino el otro enredo según el consejero Lorenzo Córdoba y su cándida interpretación: “Esa decisión alteró esa integralidad de la revisión y nos obligó a ver sólo un árbol y no el bosque de los gastos en su conjunto”.
Pues a ver si ahora que tendrán una visión de conjunto, los consejeros consiguen rescatar la credibilidad del IFE perdida en el más recóndito de los enredos de ese bosque.
Y no me quiero ni acordar de cuánto cobran para que nos salgan con esto.