El quinto y noveno infierno
¬ Juan Manuel Magaña miércoles 30, Ene 2013Política Spot
Juan Manuel Magaña
El sábado se publicó una nota de apenas dos párrafos, perdida en los interiores de un diario. Periodísticamente, el caso “evolucionó” y hoy es una noticia de muy alto perfil: de esas que conmocionan más allá de nuestras fronteras.
El fin de semana se decía que la Procuraduría General de Justicia de Nuevo León investigaba la desaparición de al menos 15 -al final fueron 18- integrantes del grupo Kombo Kolombia, entre músicos y ayudantes, que el jueves acudieron a tocar al municipio de Hidalgo, al norte de la zona metropolitana de Monterrey.
El grupo colombiano había sido citado el jueves para tocar en un lugar denominado La Carreta y luego sus familiares perdieron comunicación con ellos durante la madrugada. Al mediodía del viernes, sus parientes únicamente localizaron la camioneta abandonada en un paraje conocido como El Potrero, en el mismo municipio, con algunos instrumentos dentro.
Con la certeza de su desaparición, se temió lo peor, cosa que se empezó a confirmar el lunes pasado, al descubrirse 12 cadáveres, entre los cuales primero cinco fueron reconocidos como integrantes del grupo musical, y luego todos.
Aquél sábado en otro lugar, varias horas después de haber sido levantados por un comando en Ciudad del Maíz, San Luis Potosí, fueron hallados los cuerpos de la ex precandidata a la dirigencia municipal del PRI, Margarita Bañuelos Vázquez, y su hija, Jazmín Saldaña.
El lunes por la mañana, Ramón Jaimes, regidor del PAN en el municipio de Cuautla, Morelos, fue privado de la libertad por hombres armados que se desplazaban en dos vehículos. De acuerdo con reportes de la policía local, el funcionario de 42 años de edad fue secuestrado alrededor de las 7:30 horas, cuando iba a dejar a sus hijos a la escuela.
Y ese lunes fue tan sangriento que, en total, las autoridades policiacas reportaron 42 asesinatos relacionados con el crimen organizado: nueve en Chihuahua, ocho en Veracruz (cuatro de pistoleros abatidos por elementos del Ejército), cinco en Colima, cinco en Durango, cuatro en Sinaloa, tres en Baja California, tres más en Jalisco y dos en Sonora.
Así es como el crimen no ha querido reconocer la frontera entre un sexenio que nos heredó un ardiente infierno y otro que promete prontos resultados.
Pero bien vistas, las cosas no han cambiado. Traen un gran vuelo. Ahora se sabe que durante 2012 se cometieron en México más de 26 mil 280 secuestros, un promedio de tres por hora. Y que en 90 por ciento de ellos hubo participación de las distintas policías, según un estudio del Consejo para la Ley y los Derechos Humanos.
De acuerdo con otro periódico, “el incremento en las cifras de plagios va unido a otro fenómeno alarmante: el desenlace mortal. En 2008 se ejecutaba a tres de cada 10 víctimas de secuestro; actualmente se están ejecutando a seis de cada 10”. El diario relata el caso de José, secuestrado el año pasado en Monterrey. En el lapso de cinco días, la banda que lo levantó se llevó a una docena de dueños de negocios ubicados en el centro de la ciudad: Había de todos los giros: puestos de comida, tiendas de teléfonos, ropa, refacciones… según el tipo de negocio determinaban el rescate: unos 2 millones de pesos.
El quinto infierno debe ser para los secuestradores. Y todos los que la deben en el caso Cassez, incluido el mentado montaje, deberían arder en el noveno… por manipuladores y mentirosos.