La justicia, en entredicho
¬ Augusto Corro jueves 24, Ene 2013Punto por punto
Augusto Corro
La procuración e impartición de justicia en el sexenio de Calderón estuvieron llenas de errores.
Los motivos fueron múltiples, aunque predominó el estilo casi dictatorial del ex presidente.
Se negó a escuchar consejos para darle sentido a la guerra contra la delincuencia organizada y se encaprichó en la defensa de sus funcionarios incondicionales.
Los resultados están a la vista: miles de personas en espera de justicia. Entre estas se encuentran la francesa Florence Cassez y el general Tomás Ángeles Dauahare. Con la extranjera, desde un principio su captura y presentación ante la opinión pública estuvo viciada. Todo se debió a un montaje elaborado por el entonces jefe de la AFI, Genaro García Luna.
En el caso del general Ángeles Dauahare y cinco mandos militares más no existieron pruebas que demostraran vínculos con el crimen organizado.
La detención de los citados miembros de las fuerzas armadas se debió a declaraciones de testigos protegidos que no pudieron comprobarse.
En los casos mencionados, el gobierno panista actuó precipitada y arbitrariamente. Sus investigaciones obedecían a otra clase de intereses alejados de la justicia.
El affaire de Florence Cassez presentó a México ante el mundo como un país de trogloditas. La diplomacia mexicana no tuvo la sensibilidad necesaria para amortiguar la proyección de esa imagen negativa.
Pero el asunto no termina con los casos mencionados. La procuración e impartición de la justicia sufrieron un deterioro irreparable. ¿Cuántos inocentes se encuentran en las cárceles?
La misma inercia de la guerra contra la delincuencia organizada propició un desajuste en la aplicación de la justicia. Para empezar, miles de asesinos siguen libres. Y otros miles purgan condenas por delitos que no cometieron.
Académicos de la Universidad Iberoamericana hicieron un balance de la actuación de Calderón y llegaron a la conclusión de que su sexenio estuvo marcado por la ilegitimidad.
Concretamente, Miguel Rábago, del Departamento de Derecho, de la citada universidad, señaló que se aprobó la reforma penal, pero a la par que se modificaron los sistemas acusatorios se permitió el arraigo, equiparable a una detención arbitraria.
También se sancionó, dijo, la reforma de derechos humanos, pero al mismo tiempo se multiplicaron tortura, desapariciones forzadas y ejecuciones.
El tema de las agresiones a los migrantes solo llamó la atención del gobierno federal cuando se trataba de matanzas. De otra manera, poco interés suscitaba la suerte de los indocumentados torturados, secuestrados y asesinados por los grupos delincuenciales en contubernio con autoridades.
Otra vez las leyes mexicanas tendrán que ser revisadas para superar esos errores que llevaron a la injusticia.
Para el caso, en el Senado de la República, según se informó, se analizará el tema de las figuras jurídicas relacionadas con los testigos protegidos y el arraigo, cuya vigencia sirvió para darle otro sentido a la ley que no fue el de la justicia.
Mientras en México se busca la manera de remontar un sexenio de violencia y muerte, en la Universidad de Harvard, el expresidente Calderón hizo su entrada triunfal.
No fueron suficientes los argumentos de miles de mexicanos que pidieron al rector de la universidad que reconsiderara la presencia del michoacano en esa prestigiosa casa de estudios.
Calderón emigró y dejó a su suerte a su protegido principal, Genaro García Luna, quien será el responsable directo de todo cuanto ocurrió en torno al affaire Cassez, que nuevamente vuelve a estar ante los ojos de la opinión pública.
¿Volverá García Luna a burlarse de la justicia? Sin el poder y sin la protección de Calderón el futuro del ex funcionario de Seguridad Pública podría presentarse de diferente manera.