Reconocen fracaso panista
¬ Augusto Corro lunes 21, Ene 2013Punto por punto
Augusto Corro
El fin de semana se reunieron los panistas para lamerse las heridas de su derrota mayúscula en las elecciones de julio pasado.
En su primera reunión tras perder la Presidencia de la República, los blanquiazules confirmaron los errores que los llevaron a convertirse en la tercera fuerza política.
En el informe elaborado por la Comisión de Mejora y Evaluación se acentuaron las fallas del PAN que lo tienen en el peor momento de su historia partidista.
La historia de la debacle blanquiazul empezó el mismo día en que Vicente Fox ganó las elecciones presidenciales limpiamente.
El guanajuatense no supo qué hacer con el capital político logrado en los comicios y su poder se diluyó. Fox, sin ser un panista de origen, logró imponerse a los pasivos dirigentes blanquiazules y con su grupo “Amigos de Fox” alcanzó la victoria.
A continuación, el seudoblanquiazul formó su propio gabinete sin tomar en cuenta a la elite panista. En su sexenio gris, Fox pudo intervenir impunemente en las elecciones del 2006 para dejar como sucesor a Felipe Calderón. Los comicios de ese año estuvieron marcados por el signo de la ilegalidad. En el análisis de la comisión citada se explicó lo siguiente:
“Durante los 12 años que el PAN encabezó la Presidencia de la República no logramos desmantelar el viejo régimen autoritario; no tuvimos la capacidad de generar una cultura democrática hegemónica; en algunos casos, incorporamos las prácticas autoritarias, clientelares y corruptas que criticamos, en nuestros gobiernos y en nuestro partido”.
Sin embargo, el eje de las derrotas proviene directamente de los presidentes panistas: Fox devino en un mandatario frívolo, empeñado en gobernar al alimón con su esposa Martha. Ahí empezó, parcialmente, el desprestigio del PAN.
El acabose llegó con Felipe Calderón Hinojosa, quien asumió la Presidencia de la República en medio de denuestos y calificaciones de haber obtenido el triunfo en unas elecciones calificadas como fraudulentas.
Como si lo anterior no hubiera sido suficiente para manchar al gobierno calderonista, el Presidente optó por enfrentar al crimen organizado sin tener la visión correcta de su cometido. Desde luego, era indispensable luchar contra los cárteles, pero Calderón nunca desarrolló la estrategia correcta.
El desconocimiento de lo que enfrentaba provocó una guerra fallida en que los resultados hablan por sí mismos: más de ochenta mil muertos y miles de desaparecidos. A ninguna sociedad le parecería que esas cifras escalofriantes de víctimas son sinónimo de buen gobierno. Al contrario, todo hace pensar que la lucha contra la delincuencia organizada se planteó sobre las rodillas y que la estrategia fallida obedeció más al capricho de un gobernante que a la necesidad de combatir al narco.
En las elecciones de julio, el PAN llegó sin posibilidades de triunfo. En el país, la espiral de violencia no había cedido y los reclamos por la paz crecían constantemente.
Así pues, a los errores del partido se sumaron las fallas de los malos gobiernos panistas que los llevaron a derrota mayúscula como lo señaló Madero.
Concretamente, el mal gobierno de Calderón y su ambición por controlar el partido terminaron por hundir a los panistas.
No obstante ser uno de los principales artífices de la derrota, Calderón se empeñó en disputar la dirección del PAN contra Gustavo Madero, uno de los líderes más grises que han pasado por la dirección blanquiazul.
A todas las fallas que le sucedieron al PAN se deberá sumar el escándalo de la industria de los casinos que actúan ilegalmente en diferentes ciudades del país.
Como se informó, Calderón firmó la autorización para el funcionamiento de casas de juego unas horas antes de que terminara su mandato constitucional.
En el negocio ilegal de los casineros se involucra a representantes de la elite panista, como el ex secretario particular de Calderón, el actual senador Roberto Gil, señalado como presunto gestor de las casas de apuestas.