Los perros sicarios
¬ Augusto Corro lunes 14, Ene 2013Punto por punto
Augusto Corro
Entre el 17 de diciembre pasado y el 4 enero del mes que corre, fueron descubiertos cinco cadáveres con mordeduras de perro en el Cerro de la Estrella de Iztapalapa.
Las autoridades capitalinas inmediatamente le colgaron los asesinatos a una jauría.
Sin embargo, una población que no cree en la seguridad por decreto, inmediatamente planteó sus dudas. No aceptó la idea de que un conjunto de perros salvajes fueran los criminales.
Y así ha transcurrido el tiempo y el asunto se les complicó a los representantes de la ley, quienes con sus declaraciones presurosas y ligeras, lo único que consiguieron fue sembrar más dudas.
En el presente, es tal la desinformación sobre los crímenes del Cerro de la Estrella que se habla de misas negras en el lugar y de grupos de entrenadores de perros de pelea, que podrían estar implicados en los asesinatos.
Ni hablar, la versión oficial va en el sentido de que los canes son sicarios aunque no se sabe a quién obedecieron para llevar a cabo sus acciones fatales.
Las autoridades trataron con frivolidad el caso y optaron por una salida fácil: las víctimas presentan huellas de haber sido mordidas por perros.
En seguida, se ordenaron redadas para capturar a los asesinos y de pasada limpiar el cerro de jaurías salvajes.
Decenas de canes fueron detenidos y enviados a la perrera municipal. Se les estudió y se llegó a la conclusión que los perros privados de su libertad no eran responsables de los crímenes en la zona boscosa del citado cerro.
(Las víctimas: una joven de 15 años y su pareja de 16; así como una mujer de 26 años y su bebé de un año 8 meses; y otra adolescente de 15).
Según las autoridades, los cuerpos sin vida de los asesinados no tenían huellas que confirmaran la partición de la mano del hombre. Es decir, los ataques violentos fueron obra directa de la manada de canes.
Así pues, los asesinatos se convirtieron en el tema obligado a tratar en las redes sociales. Las agrupaciones defensoras de los animales se movilizaron y exigieron la libertad de los perros.
De acuerdo con la información oficial, más de cincuenta perros fueron capturados y sigue la razzia contra los canes, en varias delegaciones capitalinas.
De los hechos sangrientos registrados en el Cerro de la Estrella se deduce que la seguridad en el Distrito Federal es un mito y que cada ciudadano tiene que defenderse como pueda, con sus propios medios, porque la policía no lo auxiliara.
Quedó claro que en el DF se encuentran zonas en las que no existe la mínima vigilancia. Esta reflexión nos lleva a preguntar si realmente los capitalinos cuentan con la protección real de los cuerpos de seguridad.
Basta ver cómo crece el número de casas en las que son instalados módulos de seguridad, muros con alambradas, sistemas antirrobo y toda clase de medidas que alejen a los delincuentes.
¿Hay suficientes patrullas de la policía para proteger a una cada vez mayor población capitalina? Porque los uniformados pocas veces aparecen cuando realmente se necesita su presencia.
Todo mundo sabe de la impreparación de nuestros cuerpos policíacos, pero los últimos acontecimientos nos llevan a pensar que nos esperan días difíciles.
La idea de que el DF es una ciudad segura poco a poco se desvanece.
En las noticias de fin de semana, los periódicos se refieren a la jornada de violencia que se vivió en el DF: dieciséis personas perdieron la vida en hechos ocurridos en diferentes delegaciones.
Parece que el propósito de despistolizar a la población capitalina no ha funcionado como se esperaba: los hechos así lo demuestran. A lo anterior añádele la imprudencia de los conductores de vehículos y se tendrá como resultado un saldo sangriento.
Definitivamente, la inseguridad siempre ha estado en la capital de México, solo que ahora empieza a aflorar. Sálvese quien pueda. No olvidar que por ahí andan jaurías de sicarios.