La deuda con Paulette
¬ Claudia Rodríguez jueves 29, Abr 2010Acta Pública
Claudia Rodríguez
Mensajes como el que notificaba del extravío de la pequeña Paulette Gebara y a la vez pedía se ayudara a su localización, al menos una vez al mes llegan a mi correo electrónico, lo cual revela lo común de la pérdida o robo de pequeños en nuestro país y lo peor de todo, es que todos sabemos los desquiciantes finales de la gran mayoría de estas historias.
El caso de Paulette llamó mi atención porque desde el 20 de marzo, los correos fueron más que insistentes. Todos, de manera independiente al remitente advertían lo siguiente: “Me llamo Paulette, tengo cuatro años. Tengo una discapacidad motriz y de lenguaje. Presento una cicatriz en la espalda del lado izquierdo. No puedo valerme por mi misma, necesito a mis papás”.
Reenviarlo era la petición con la finalidad obvia de que alguien que recibiera esa información, pudiera dar una mínima pista.
Extravío era el punto. Paulette no estaba en su casa. Fue así como las redes sociales de internet fueron saturadas con esta premisa e información.
Pero el asunto creció y en casi cualquier ciudad del país apareció un espectacular con la fotografía de Paulette. En los centros comerciales y los supermercados de todo México la súplica gráfica y escrita para ayudar con el paradero de la pequeña, era cosa común. Y todos quieres teníamos acceso a esa solicitud partíamos en nuestras reflexiones y acciones, de que Paulette no estaba con su familia.
Después, recibí una llamada de una conocida del colegio de mis hijos quien me pedía que como encargada editora del periódico escolar hiciera algo para contribuir en la búsqueda de la pequeña, pues era alumna de un colegio filial. Se hizo.
Todo lo que siguió, tras el hallazgo de la pequeña ya fallecida entre el colchón de su cama y la estructura de madera de la misma ha sido un verdadero escándalo, pero también una gran decepción, pues pareciera que todos quienes algo tuvimos que ver en su búsqueda, le fallamos.
No estaba perdida, al parecer es lo que ahora nos dicen. Sólo que no supimos buscarle. Ni las nanas que desarrugaron una y otra vez las sábanas y colchas de su cama, ni los peritos, ni siquiera los perros entrenados para detectar el cuerpo de alguien, mucho menos quienes partimos de una falsa premisa: el extravío.
Lo último que se conoce del doloroso caso de la pequeña Paulette es que la niña murió de manera accidental. Los nuevos resultados a las pruebas de saliva y orina del cuerpecito de la niña, señalan la ruta de traslado sobre la cama, y el cómo luego quedó inmovilizada por las gruesos cobertores que la taparon y así se fue asfixiando hasta perder la vida.
¿No supimos buscarla? ¿O no querían que la encontráramos?
Se determine lo que sea, estamos en deuda con Paulette y con todos los niños que son utilizados para fines mezquinos.
¿Feliz Día del Niño?
Acta Divina… A principios del mes de abril, Mauricio Gebara padre de Paulette acusó que la muerte de su hija para él, no fue accidental.