FCH, a Harvard
Francisco Rodríguez viernes 11, Ene 2013Índice político
Francisco Rodríguez
Durante un año, Felipe Calderón va a vivir, a costillas de los económicamente vapuleados griegos, en Cambridge, Massachusetts, al ladito de Boston.
El fellowship –algo así como una beca para el periodo de formación, preparación, entrenamiento o capacitación— que la Universidad de Harvard y el fondo financiado por la señora Gianna Angelopoulos le concedieron, empero, no prestigia a estas instituciones.
De suyo, llegará Calderón a Harvard justo cuando esta entidad académica –entre otras— vive uno de sus peores momentos.
¿Las razones? Tienen que ver, claro, con la propia crisis económica, que reduce la demanda de todo tipo de productos y servicios, pero también con el descrédito, pues una gran parte de la sociedad informada acusa a estos centros de élite de haber formado a los directivos financieros, empresariales y administradores públicos faltos de escrúpulos que nos han conducido a la mayor crisis de la historia.
Algunas de las más prestigiosas escuelas, sobre todo en Estados Unidos, han respondido a este clima de opinión haciendo rodar cabezas y, así, en los últimos meses han cambiado sus decanos centros como los del propio Harvard, Chicago Booth o Stanford.
Pero con ello no han logrado evitar que su reputación, tradicionalmente uno de sus mayores activos, se haya visto socavada.
Más lo estará, todavía, ahora que en enero llegue Calderón al campus de Harvard para, junto con otros cinco “líderes globales” –ya están anotados un ex presidente africano y un miembro del servicio exterior británico, por lo que el todavía ocupante de Los Pinos no es “el primero”, cual mañosamente boletinó la universidad de la Ivy League—, comparta su experiencia como el peor dirigente político que haya habido en México, excepción hecha del también usurpador Victoriano Huerta con quien se le compara. Y que nos perdone la memoria del general Huerta.
Por fortuna para los estudiantes de la harvardiana Escuela Kennedy, empero, Calderón no va a ser un docente. No se va a parar al frente de un aula. Solamente platicará con aquellos que quieran acercársele. Muy seguramente de “lo que no se debe hacer”, cual didácticamente ejemplificaba aquel cómico de mi infancia que sigue siendo niño cuando yo ya soy “de la tercera edad”.
En el boletín de prensa con el que la Escuela John F. Kennedy de gobierno da a conocer la beca a Calderón, se manifiesta un insulto a la inteligencia de los mexicanos.
Vea usted si no es así cuando, literalmente –y en una traducción propia— se apunta que “Calderón está a punto de terminar un período de seis años como presidente de México, sirviendo como segundo presidente democráticamente electo del país, tras los 70 años de dominio del poder del Partido Revolucionario Institucional.” ¿Democráticamente electo? ¡Por favor! ¿Qué no sabe el dean David T. Elwood la historia del “haiga sido como haiga sido”?
Más aún:
“Se le atribuye –a Calderón, de acuerdo al boletín— haber impulsado el desarrollo económico de la nación por su liderazgo pro-empresarial, a favor del libre mercado y por sus importantes reformas en el medio ambiente del país, la inmigración y las políticas de salud.” Pro-empresarial y anti-trabajadores, sí, muy cierto. Pero, ¿reformas en inmigración? ¿Cuáles? ¿Acaso las fosas clandestinas en San Fernando? ¿El obligar a los centro y sudamericanos a formar filas con Los Zetas?
Cierro con las palabras del dean Elwood reflejadas en el boletín:
“El presidente Calderón es un claro ejemplo de un servidor público dinámico y comprometido, que asumió grandes desafíos en México. Trae (a Harvard) consigo la experiencia y los conocimientos que informarán e inspirarán a los estudiantes y profesores de la Escuela Kennedy…”
¡Por eso estamos como estamos!
En Harvard desconocen “la realidad real” de nuestro país. O interesadamente hacen como que no saben lo que de verdad pasa aquí.
Y Harvard, a través de la griega Angeloupoulos, beca por un año, hasta diciembre del 2013, a quien es causante del aumento a la pobreza, el crecimiento de la demagogia a través de decenas de millones de spots y, sobre todo, de decenas de miles de muertes provocadas por la violencia que desató con su estúpida –y falsa, pues quería pactar— guerra contra casi todos los narcotraficantes.
Harvard no se prestigia. Incrementa su declive.