Seis años después
¬ Juan Manuel Magaña martes 11, Dic 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
No sé si consternado o constipado, el presidente del PAN, Gustavo Madero, señaló que durante el proceso para refrendar la afiliación de militantes, su partido podría perder más del 50 por ciento de sus agremiados. Así es el naufragio político.
Esta migración, digamos sexenal, se la explicó así: “Muchos se afiliaron al PAN cuando éramos gobierno federal porque buscaban una chambita o algo parecido. Ahora les puedo adelantar que vamos a perder más de la mitad de los militantes”.
Ante la inminente “estampida”, que se confirmará el 14 de diciembre cuando haya que renovar la credencial panista, Madero se conformó: “queremos gente entregada y que no esté solamente como figura”.
No es fácil saber qué tipo de panistas son los que han abandonado el barco. No se sabe si era de esos buenos que ya estaba hasta el gorro de Calderón -el que en realidad hundió el barco- o era uno de esos “buscachambas” que dice Madero.
Igual y es una revoltura.
Hay dos casos interesantes que ya están en el reflector. Se llaman Ricardo García Cervantes y Lía Limón. El primero es ya subprocurador de Derechos Humanos y la segunda es Subsecretaría de Asuntos Jurídicos y Derechos Humanos de la Secretaría de Gobernación. Fueron nombrados, ni más ni menos, que por Enrique Peña Nieto.
García Cervantes no tragaba a Felipe Calderón.
Hace poco fue entrevistado por la revista Proceso y se lanzó contra el calderonismo, al que definió como que “Es un grupo afiliado al poder, enamorado del poder, anclado en el poder que se va a quedar con lo que queda del poder.
Se dedicaron más a crear las condiciones de continuar en el gobierno que de gobernar”.
Pero sobre todo, García Cervantes criticó la estrategia de seguridad de Calderón: “Esa terca insistencia de no revisar honesta y francamente las estrategias a partir de una concepción de lealtad con Genaro García Luna”, y los cotos de “una serie de funcionarios desprovistos de cualquier sensibilidad humana”.
Lía Limón renunció al PAN en marzo y eso que trabajó muy cerca de Los Pinos como directora del programa de estancias infantiles.
Se fue por lo que calificó de fraude en las elecciones internas para definir candidato a la delegación Miguel Hidalgo, cargo al que aspiraba.
Tenía ganas de hablar de lo que muchos panistas saben: que el PAN “está, hoy, secuestrado por una pandilla de cuatreros”.
Quiénes se fueron, quiénes se quedan en el PAN; son los buenos o son los malos, es difícil saber.
Hay algo sumamente interesante en todo esto:
Peña Nieto ha prometido poner en el centro de su política de seguridad y justicia a los derechos humanos y a los derechos de las víctimas.
Todo el expediente en materia está ya en manos de estos dos ex panistas. Es decir, tienen a Calderón en sus manos.
Es bueno tenerlo en cuenta ahora que ya hay nostálgicos que escriben que ayer se cumplieron seis años del inicio de “la guerra de Calderón”… por la que ojalá pague.