Cuando el espejo se vuelve
¬ Claudia Rodríguez miércoles 28, Abr 2010Acta Pública
Claudia Rodríguez
La indignación es lógica por todo lo que representa la Ley SB1070 de Arizona, Estados Unidos, con la que se permite a la policía local arrestar a las personas que se sospeche sean indocumentados. Pero de la indignación a la acción aún no hemos transitado los mexicanos para defender no sólo la dignidad y otros derechos fundamentales de nosotros mismos, sino incluso de otros individuos extranjeros que tienen aspiraciones válidas y necesidades básicas.
Las consecuencias de la ley antiinmigrante de Arizona -que en el papel debe aplicarse hasta dentro de tres meses- han iniciado ya, y entre éstas se encuentran las voces de quienes dicen y de otros más que prometen, y mientras tanto también, ya hay los que sufren el temor, primero de la represión y después de ser criminalizado.
Pero los mexicanos exigimos lo que no hemos podido superar como sociedad. Seguimos siendo en extremo racistas en nuestro propio territorio y pese a lo que se diga, no sólo se criminaliza el color, también el hambre y la pobreza.
Sin viajar en el imaginario aún a la frontera sur de nuestro México, la discriminación se vive en diversos puntos de la geografía nacional.
Se discrimina al que vive en zonas rurales y también al que habita en los llamados cinturones de miseria de las zonas urbanas.
Es fácil percibir como incluso un peatón y usuario del transporte público, puede ser violentado por alguien que conduce un vehículo particular como si eso le diera superioridad. El tipo de automóvil que se conduce también puede ser objeto que lleve a la discriminación. Hay quienes creen que tener estacionado frente a su domicilio un auto de transporte público puede demeritar su status social y económico.
La vestimenta es otro factor para discriminar y qué decir de la estética que refleje nuestro cuerpo.
La discriminación hacia las mujeres es también cuestión del día a día, aún entre los grupos sociales que se presumen progresistas.
La discriminación interior es la principal causa que lleva a millones de mexicanos a cruzar una frontera hacia un territorio cada vez más hostil para nosotros como es Estados Unidos. El acceso a la educación, a una vivienda digna y a un trabajo que remunere lo equitativo, no tiene en nuestro país tintes de justicia, sino de discriminación y selectividad.
Del rechazo que nos aplicamos entre mexicanos, se puede pasar al que ejercemos sobre las personas que llegan a nuestro país o lo intentan por la vía de nuestra frontera sur. Cientos de emigrantes de Centroamérica son tratados peor que animales y hasta abusados físicamente. Hombres y mujeres pueden ver en ese punto geográfico de nuestra nación, interrumpidos sus anhelos de una nueva vida con oportunidades, al ser reclutados para trabajar en la ilegalidad.
Hace unos años, el guatemalteco Manuel Vázquez señalaba que él ha intentado llegar a México para trabajar, “pero ustedes los mexicanos son como los gringos. La policía de ustedes nos trata mal y hasta patadas nos dan. En México persiguen a los centroamericanos peor que a un delincuente y cualquiera de ustedes puede pasar a nuestro país libremente. Es injusto”.
Cuando el espejo se vuelve, tal vez no quede nada que reclamar.
Acta Divina… Durante la inauguración de la XV Reunión del Consejo del Instituto de Mexicanos en el Exterior, el presidente Felipe Calderón se refirió a la polémica ley del estado de Arizona en Estados Unidos que fue aprobada el pasado viernes y apuntó que ésta es oportunista, electoral e indignante.