Muy mal en justicia
¬ Augusto Corro jueves 6, Dic 2012Punto por punto
Augusto Corro
La impartición de justicia en nuestro país se encuentra en la calle, como se dice coloquialmente. Leamos lo que se opina de nuestro país: “Los sistemas de justicia criminal y civil de México, así como la capacidad del Estado para proporcionar orden y seguridad a sus habitantes, están entre los peores del mundo”.
Lo anterior se desprende del Indice sobre Aplicación de la Ley 2012, publicado el 28 de noviembre por el Proyecto Mundial de Justicia. Señala, además, que México se encuentra en el lugar 91 de 97 países investigados, debajo de naciones en peores condiciones económicas como Tanzania, Senegal, Sri Lanka, Etiopía, etc.
En general, no es nuevo para nosotros saber que la procuración e impartición de justicia son letra muerta. De los miles de personas acusadas de delitos graves, es decir asesinatos, la mayoría goza de una libertad total. Hay sectores de la población más vulnerables a las agresiones de los enemigos de la sociedad. Por ejemplo, los defensores de los derechos humanos y los periodistas. Antier, el reportero Milton Andrés Martínez fue agredido por la escolta del procurador de Coahuila, Homero Ramos Gloria.
Decenas de activistas perdieron la vida en los últimos 6 años. En las mismas condiciones se encuentran los comunicadores. En general, la sociedad padece las flaquezas de los procuradores e impartidores de justicia. Obvio, que la corrupción juega un papel importante. En ella participan aquellos que están relacionados con la impartición de justicia: policías, representantes del ministerio público, jueces, etc.
En infinidad de casos, como se vio últimamente, los jueces no pueden aplicar la ley a plenitud, porque las averiguaciones previas son deficientes. Van plagadas de errores, de fallas, es decir, no se presentan bien integradas.
La cadena de errores no tiene fin y propicia que los delincuentes, tal es el caso de los narcotraficantes, quienes por dichas irregularidades alcanzan a salir libres protegidos con fianzas que cualquiera puede pagar. En el mencionado informe se hace notar que la corrupción es un problema serio en todas las ramas del gobierno; “y causa preocupación el fracaso para perseguir a funcionarios corruptos”. Hasta el sexenio pasado, los gobernadores y los burócratas de buen nivel no tuvieron empacho en disponer del erario.
En los estados, los gobernadores disfrazaron sus raterías con la denominada acumulación de la deuda pública. Se despacharon con la cuchara grande y dejaron vacías las arcas públicas. Sabían que no serían llamados a rendir cuentas.
La lista de mandatarios estatales que, al parecer, ya no fueron alcanzados por el brazo de la justicia son: Amalia García, Ulises Ruiz Ortiz; mi gober precioso, Mario Marín, Leonel Godoy y Marco Antonio Adame. Todos ellos son egresados de diferentes partidos políticos. No importa la organización que representan, pues en el fondo son iguales. Tienen las uñas largas. A grandes rasgos, así se encuentra la justicia en nuestro país.
Para continuar con el tema de la justicia, el diputado del PRI con licencia, Jesús Murillo Karam fue ratificado por el Senado como titular de la Procuraduría General de la República (PGR). Como es del conocimiento de todos los mexicanos, la PGR sirvió como instrumento político de los presidentes de la República, para cobrarse algunas afrentas o venganzas. El nuevo procurador general tendrá que trabajar, incansablemente, para devolverle a la mencionada dependencia una imagen positiva, su valor real y su buen prestigio ante la sociedad. El propio Murillo Karam dijo que la PGR “está desmantelada y requiere de una fortalecimiento para mejorar su imagen”. Una vez ungido como abogado de la nación, el hidalguense aseguró que actuará con firmeza implacable en la integración de las averiguaciones previas para perseguir a la delincuencia.
Prometió, además, que no utilizará a la PGR como un instrumento de carácter político. Tendrá que pasar un tiempo considerable para que en México se vuelva a vivir con paz y justicia. Quienes participan en la procuración e impartición de justicia, tarde o temprano entenderán que tenemos leyes suficientes, que deben ser aplicadas correctamente, para propiciar un clima de armonía en una sociedad cansada de agresiones y atropellos de policías, representantes del Ministerio Público y jueces. Nunca es tarde para utilizar la barredora contra los delincuentes disfrazados de funcionarios públicos.