Peña Nieto, ¿presidente autoacorralado?
Roberto Vizcaíno lunes 3, Dic 2012Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Sus primeros pronunciamientos y compromisos abrieron importantes expectativas
- ¿Quién planeó, ordenó y financió a los grupos que le ensuciaron la toma de posesión?
- El sábado Peña Nieto se convirtió en el primer Presidente de la República nacido en Atlacomulco
Las primeras 48 horas de la presidencia de Enrique Peña Nieto han generado decenas de dudas y aplausos que en general forman un claroscuro por demás desconcertante.
Luego de su fugaz Ceremonia de Transmisión de Poderes, que lo llevó en apenas 2 minutos y algunos segundos a rendir protesta como Presidente de México y a recibir y colocarse la Banda Presidencial desde la tribuna de la Cámara de Diputados, su mensaje a la Nación desde Palacio Nacional levantó innumerables aplausos y grandes expectativas.
Su frase rectora en la que afirma que es tiempo de Mover a México, lo englobó todo. La explicación de que su gobierno lo basará en buscar el cumplimiento de 5 ejes rectores:
– Lograr un México en paz a través de colocar al ciudadano y a su familia en el centro de las políticas de seguridad; y que ese México sea además incluyente; y que también sea un México con educación de calidad para todos para formar individuos libres, responsables y comprometidos; pero que después de todo lo anterior sea un México próspero y de igual forma un México-actor con responsabilidad global, levantó múltiples esperanzas.
Si lo anterior se suma a sus 13 compromisos de acción concretos, entonces no puede uno dejar de ver un país promisorio, distinto, en los siguientes seis años.
Pero las dudas comenzaron al conocerse los actos de vandalismo y violencia generados en varias zonas de la ciudad, especialmente las ocurridas en el Centro Histórico que llegaron incluso a las puertas mismas de Palacio Nacional, donde momentos antes Peña Nieto habló a la Nación y estuvo rodeado de importantes invitados especiales del exterior, entre otros el vicepresidente de los Estados Unidos, Joe Biden y el Príncipe Felipe de Borbón, así como los gobernadores, dirigentes políticos, sociales, empresariales y religiosos o los representantes de la academia, la intelectualidad y del Congreso.
Estos actos, que se desbordaron y provocaron destrozos, saqueos, inseguridad, vejaciones públicas a ciudadanos y autoridades y en los que participaron jóvenes embozados, armados de enormes pedruscos, palos, tubos, bombas molotov, petardos, gases y botes de pintura para vandalizar y agredir, por ejemplo, el recién restaurado monumento a Benito Juárez en la Alameda Central sugieren muchas interrogantes y preocupaciones.
Actos que fueron retomados por los grandes medios internacionales y dejaron la toma de posesión en segundo o tercer plano.
¿Por qué ninguno de los cuerpos de seguridad e inteligencia del Estado, de la ciudad de México estuvo enterado de estos actos evidentemente, groseramente, cínicamente orquestados?
¿Quiénes y por qué están detrás de ellos?, ¿Quiénes y por qué los financiaron?
La obviedad nos dice que todo esto fue orquestado para ensuciar la llegada de Enrique Peña Nieto a la Presidencia de la República?
Si nos guiamos por lo simple y llano, nuestra mirada no deja más que una sola figura política con el ánimo y los recursos para armar el escenario de violencia que se dio el sábado primero de diciembre en la ciudad de México.
Los grupos estuvieron lo mismo en los alrededores del Palacio Legislativo de San Lázaro que en el Centro Histórico, con las mismas leyendas y los mismos procedimientos.
No podemos dejar de pensar como otros miles de ciudadanos –bastaba echarle una mirada a los mensajes de twitter y Facebook que circularon por decenas de miles por la Red-, que la intención era crear la primera víctima que le sirviera al mesías y sus adictos para clamar justicia y señalar al naciente régimen como un gobierno represor.
Esa víctima fue cantada prematuramente desde la Tribuna de la Cámara de Diputados por el petista-lopezobradorista Ricardo Monreal y retomada al vuelo por algunos conductores de radio afines a ya sabe-usted-quien para comenzar a calentar los ánimos y justificar de alguna forma a los violentos que después arremetían contra todo en Avenida Juárez y Madero y que luego lanzaban de todo contra la gendarmería apostada frente a Palacio, policías indefensos que cumplieron fielmente las ordenes de no hacer nada.
Una interrogante que corrió a lo largo del día y hasta ayer, fue, ¿por qué Manuel Mondragón y Kalb, recién designado encargado del despacho de la secretaría de Seguridad Pública Federal y por lo tanto jefe de la Policía Federal Preventiva, viniendo directamente de ser jefe de la policía capitalina, no supo que le estaban tendiendo una celada de violencia y muerte a la ciudad de México y a la toma de Posesión de su nuevo jefe, el presidente Enrique Peña Nieto?… ¿cómo es posible esto?, ¿O sólo se la pasa comiendo nueces y pasitas?, como se lo dijo a una reportera de televisión.
Este claroscuro que cubrió las primeras horas del gobierno de Enrique Peña Nieto tocó el acto de la firma del Pacto por México.
Sin duda esta firma causó muchas expectativas entre grandes segmentos de la política, la empresa y la sociedad civil.
Lo que plantea el pacto representa una posible remodelación de la administración federal, de las leyes que norman la vida democrática de la Nación y un giro en la conducción del poder en México.
La suscripción del Pacto sin embargo parte de un reconocimiento que genera desazón y dudas entre actores políticos relevantes, así como en otros sectores del universo social.
Este reconocimiento lo explicó explícitamente el nuevo secretario de Gobernación, el hidalguense Miguel Ángel Osorio Chong, quien dijo:
“Hoy ninguna fuerza política puede, por sí sola, imponer su propia visión ni un programa único. Las reformas que el país necesita no pueden salir adelante sin un acuerdo ampliamente mayoritario”.
Esta visión fue avalada por el propio Peña Nieto y por supuesto apoyada e impulsada por los presidentes del PAN, Gustavo Madero y del PRD, Jesús Zambrano.
La aprobación de un pacto de gran calado y alcance bajo este principio, les significa a los opositores el regalo de una tajada del poder que Peña Nieto ganó luego de una ardua campaña que le benefició con 19 millones de votos.
Quienes cuestionan la firma de este pacto bajo este principio, indican que Peña Nieto estaría cediendo espacios a sus opositores, espacios respaldados con su voto cuando ya esta a salvo de cualquier embate, y cuando el Tribunal Electoral calificó su triunfo como legítimo y legal.
Aceptar que no puede sacar adelante las reformas mediante acuerdos en el Congreso y en otras mesas, es declarar una debilidad que puede ser aprovechada por sus opositores para encarecer su participación en esas reformas.
Y el costo es aún más alto, afirman otros, cuando el pacto se realiza con un dirigente del PAN que usa a su coordinador parlamentario, a Ernesto Cordero, para sabotear todas las propuestas legislativas que hace Peña Nieto.
Y de igual forma esta firma es criticada porque se hace con el líder del PRD, cuyo partido, jalonado por tribus, le pega un día y otro también a Peña Nieto y sus propuestas.
En fin, una serie de cuestionamientos y apoyos que terminan en un claroscuro alrededor del inicio de la gestión de un presidente empeñoso y sin duda carismático.
DE ATLACOMULCO VENGO
El sábado pasado, conforme a lo planeado y negociado en el Congreso, a Enrique Peña Nieto le llevó apenas 2 minutos y algunos segundos rendir protesta y recibir y colocarse la Banda Presidencial. Entre las 11:14 y 11:17 de la mañana de ese sábado Peña Nieto cumplió así finalmente con el ritual que lo convirtió plena y legalmente en Presidente de la República. En total, desde que llegó a San Lázaro hasta que se fue, no pasaron más que unos 10 o 12 minutos.
Así el mexiquense se convirtió en el segundo presidente surgido del Estado de México, luego de que Adolfo López Mateos asumiera el poder en 1958, hace 54 años.
Enrique Peña Nieto es sin embargo el primer mandatario federal nacido en Atlacomulco, y el primer Presidente surgido del Mítico Grupo Atlacomulco, creado por Isidro Fabela hace 70 años y al que han pertenecido, entre otros, el profesor Carlos Hank González así como Alfredo del Mazo Vélez y Alfredo del Mazo González, todos ellos aspirantes en su momento a ocupar este cargo.