Peña Nieto, el Presidente número 19
* Especiales, Roberto Vizcaíno viernes 30, Nov 2012Tras la puerta del poder
Roberto Vizcaíno
- Recibe un país deshecho por la violencia, las ejecuciones, el desempleo y la desesperanza
- El mexiquense ha demostrado tener prisa al promover tres reformas aún antes de llegar
- Sus primeros compromisos son con los jóvenes, las madres solteras, indígenas y discapacitados
Como no hay plazo que no se cumpla, mañana, sábado 1 de diciembre, a sus 46 años de edad Enrique Peña Nieto tomará posesión como Presidente de la República, para cubrir el período 2012-2018.
Será el Presidente número 19 desde la promulgación de la Constitución General de la República de 1917.
Llega al poder luego de vivir un ascenso directo desde las bases del PRI, en un trayecto lleno de obstáculos que pusieron a prueba su carácter e inteligencia.
Asume la Presidencia de México para tomar el control de un país desecho por la violencia, la inseguridad, un sinnúmero de ejecuciones, el desempleo, el estancamiento económico y una desesperanza generalizada.
Su Presidencia surge en medio del fracaso del panismo en el poder, de 12 años de promesas incumplidas, de reclamos populares, ciudadanos, no resueltos y de una abierta traición a su ideología partidista.
Felipe Calderón, el cuestionado sucesor del extravagante guanajuatense Vicente Fox, se va además envuelto en una corrupción insospechada, sumido en la tragedia de la muerte de tres de sus secretarios y marcado por una evidente incapacidad para gobernar.
Por el contrario, Peña Nieto llega con el apoyo de un partido recompuesto, fuerte, unido, que ha demostrado disciplina y la intención de renovarse; que durante los últimos años ha ganado 20 gubernaturas de 32 que existen en el país, una mayoría de alcaldías, el mayor número de diputaciones locales y que hoy tiene los grupos mayoritarios en el Senado y la Cámara de Diputados.
Pero sobre todo llega arropado por los políticos más experimentados y académicamente más preparados.
Es en este contexto en que Peña Nieto llega con una serie de proyectos y promesas para solucionar estos, y todos los demás males de México.
Para sacar a México de este agujero, el mexiquense ha prometido:
– Encabezar una Presidencia democrática a través de cumplir con el respeto a la libertad de manifestación y de expresión y una relación con los medios basada en una cultura democrática; respetar y hacer respetar los derechos humanos; la libertad religiosa; la división de poderes y garantizar elecciones libres así como la transparencia y rendición de cuentas y el federalismo.
– Hacer crecer al país a un 7 por ciento anual del PIB, para poder crear los empleos necesarios y los servicios sociales esenciales para garantizar bienestar y una disminución sustancial de la pobreza.
– Acabar con la pobreza alimentaria que hoy afecta a 20 millones de mexicanos.
– El establecimiento del concepto de “escuelas primarias y secundarias de tiempo completo”, en las que los niños y jóvenes no sólo estudiarán, sino comerán en los mismos planteles a los que entrarán a las 8 de la mañana para salir a las 4 o 5 de la tarde. En su sexenio, afirmó, este sistema operará en cuando menos la mitad de los planteles existentes, es decir, en unas 45 mil escuelas en el país.
– Rehabilitar todas las escuelas primarias del país –unas 95 mil– para que no les falten vidrios a las ventanas, pupitres, sillas, pizarrones, agua y baños limpios.
– Dotar de computadoras a lo largo de su sexenio con internet asegurado, a todos los niños de quinto y sexto de primaria para comenzar a acortar la brecha hacia el mundo digitalizado.
– Alcanzar la cobertura universal en educación media-superior.
– Emprenderá una cruzada de construcción de planteles universitarios y de educación superior a fin de garantizar el ingreso de jóvenes a la educación superior que hoy es del 28 por ciento, al menos al 45 por ciento.
– Crear el Instituto Nacional de Emprendedores, para que los jóvenes que salgan de estos centros, y que tengan algún proyecto empresarial puedan desarrollarlo apoyados, conducidos y financiados por el Estado.
– Elevar al menos al 1 por ciento del PIB el gasto en ciencia y tecnología.
– Relanzar la Banca de Desarrollo, para rehabilitar el crédito a empresas e industrias.
– Recuperar la Banca para el medio rural a fin de garantizar crédito para proyectos agrícolas que ayuden a garantizar la soberanía alimentaria para México.
– Crear el Sistema Nacional de Seguridad Universal que comprende: seguro del desempleo, pensión para adultos mayores, seguro de invalidez por accidentes de trabajo, atención médica y medicinas gratuitas para todos los mexicanos así como seguro de vida para madres solteras.
– Un trato especializado y preferente para discapacitados.
– Un trato igualmente preferente a comunidades indígenas.
– Recuperar y fortalecer la conectividad aérea, marítima y ferroviaria del país. En este punto se comprometió a dejar al menos 3 trenes rápidos, uno de Toluca al DF y otro de Querétaro al DF.
– Eliminar 100 diputaciones federales.
– Reorganizar y fortalecer el Programa Oportunidades.
– Combatir los monopolios y abrir, entre otros, las concesiones de radio y televisión para que operen varias cadenas nacionales y se privilegie la sana competencia entre todas.
Dentro de sus compromisos está el de impulsar al menos tres grandes reformas: la energética, la hacendaria y fiscal y la de seguridad social.
La primera permitirá la participación del capital privado en planes de desarrollo de Pemex.
La segunda buscará elevar los niveles de recaudación fiscal y la tercera será el soporte de todos los programas sociales de beneficio de las clases desposeídas y marginadas.
Peña Nieto no sólo será el Presidente con el cual el PRI regresa al poder luego de 12 años de una alternancia que resultó en un fracaso, y casi en la declaración de México como Estado-fallido, sino que llega con la ambiciosa promesa de recuperar el liderazgo internacional que fue echado por la borda por lo panistas.
En este contexto el priísta se ha comportado como un Presidente con prisa.
Una vez que fue declarado formalmente Presidente electo hacia fines de agosto, nombró un equipo de transición que no sólo ha establecido contacto con el equipo que se va, sino que se ha dedicado a elaborar los proyectos legislativos, de infraestructura, administrativos y de proyección financiera que requiere el mexiquense para cumplir todas sus promesas de campaña.
De igual manera no esperó a recibir la Banda Presidencial para promover iniciativas de Ley, sino que aprovechando que el PRI tiene las bancadas mayores en el Senado y en la Cámara de Diputados, les entregó 3 iniciativas: una para ampliar las facultades del Instituto de Acceso a la Información, el IFAI; una más para crear la Comisión Nacional Anticorrupción y otra para modificar la estructura de la administración pública.
Esta última, todavía en proceso de aprobación dentro del Senado, desaparecerá la Secretaría de la Función Pública y revitalizará a la de Gobernación, la cual absorberá a la de Seguridad Pública y a la Policía Federal Preventiva.
Esta reforma reorganizará las funciones de Sedesol, de la Reforma Agraria y la de Hacienda.
En fin, una nueva Presidencia para un país muy golpeado y desanimado que requiere no de proyectos, sino de milagros.
Ese es el tamaño del reto de Enrique Peña Nieto, quien de entrada deberá actuar cerca de la ciudadanía, ceñirse a un comportamiento alejado de la soberbia, ajustado a la modestia, la honestidad y a la claridad.
Su promesa de ir a un gobierno eficaz no aguantaría engaños e ineficiencias. Y el establecimiento de una presidencia democrática con respeto a los diez puntos que sostienen esa afirmación, deberá cumplirse.
Lo interesante será ver si los 20 gobernadores emanados del PRI lo siguen en ese comportamiento y si no, cómo los obligará a hacerlo.
Hoy Peña Nieto dará a conocer los nombres de quienes integrarán su gabinete.
Lo demás será esperar las horas que faltan para que mañana finalmente asuma a las 11 de la mañana la Presidencia de la República.