Las pensiones de ex presidentes
¬ Augusto Corro jueves 29, Nov 2012Punto por punto
Augusto Corro
Cada año, se repite el gancho al hígado cuando se revisa el Presupuesto de Egresos de la Federación y se designan las partidas económicas para las pensiones de los ex presidentes de México, que en el 2013 superarán los trescientos millones de pesos.
Beneficiar a los ex mandatarios se convirtió en una tradición repudiada por la mayoría o de plano por todos los mexicanos, porque ninguno de ellos gobernó con resultados positivos y un análisis sobre su paso por la presidencia fue negativo totalmente.
En síntesis dañaron más al país, en vez de beneficiarlo. Los hechos están registrados en los libros de historia para aquellos que decidieran profundizar en el tema. A otros nos ha tocado vivir en carne propia las amargas experiencias de los malos gobiernos.
No obstante las críticas severas contra los pensionados de lujo, estos seguirán pegados a la ubre del erario, porque así lo ordena lo que ellos mismos se mandaron a hacer de acuerdo a sus necesidades.
Quienes disfrutan de esos privilegios son los siguientes: Luis Echeverría Álvarez, Carlos Salinas de Gortari, Ernesto Zedillo Ponce de León y Vicente Fox Quesada. A esa pléyade de mexicanos se sumará el todavía presidente Felipe Calderón Hinojosa.
La pregunta obligada: ¿Alguno de estos próceres merece vivir de las pensiones privilegiadas que se derivan de los impuestos de los mexicanos?
Claro que no. Sin embargo, seguirá abierta la llave de los beneficios, nadie sabe hasta cuándo.
¿Cómo es posible que Echeverría reciba una pensión del Estado si cuando estuvo en el poder fue un auténtico sátrapa? Estuvo inmiscuido en la matanza del 2 de octubre de 1968. Después se le relacionó con la masacre del Jueves de Corpus.
Se trata de un sujeto que fue juzgado por crímenes de lesa humanidad; pero alcanzó a librar las acusaciones gracias al aparato corrupto de justicia.
El borrón y cuenta nueva tal vez le funcionó a Echeverría para los fines prácticos, no así para la historia. ¿Cómo es posible que uno de los más impopulares presidentes, como Salinas, también reciba los privilegios de un país que aún no se repone de su manejo pésimo de la economía?
¿Acaso ya se olvidó de los millones de mexicanos que de la noche a la mañana se convirtieron en pobres, víctimas de la devaluación del peso? Por otra parte ¿qué opinión merece Zedillo Ponce de León? ¿Cómo mantener a un ex presidente que todavía es juzgado por la masacre de Acteal? La muerte de decenas de indígenas se registró durante su administración y más de una persona demanda justicia y castigo.
Cabe preguntar qué es lo peor de un presidente: ¿ser pillo, delincuente o inepto? Porque Fox fue un inepto. Llegó a Los Pinos con el mayor apoyo de un pueblo esperanzado en el cambio. ¿Y qué ocurrió? Resultó que el guanajuatense despilfarró su capital político.
Sus debilidades fueron aprovechadas por doña Martha Sahagún para gobernar al alimón. Dos personas ejercieron como presidentes. Los resultados todos los conocemos. Un abuso del poder y el estancamiento de México.
Fox se empeñó en dejar a un sucesor que le cuidara la espalda. En unas elecciones controvertidas, Felipe Calderón Hinojosa resultó ganador. La historia de este último, ya la conocemos. México en los últimos seis años ha vivido una de las épocas más sangrientas de su historia.
Volvamos al inicio. Además de las aportaciones económicas de las pensiones, los ex presidentes reciben a otros beneficios: más de un centenar de personas trabaja para cada uno de ellos; gozan de seguro de gastos médicos gratuitos; no pagan renta de oficinas; no pagan agua ni energía eléctrica; usan transportes blindados con escoltas que tampoco pagan, etc.
Se me olvidaba: los boletos de avión también son con cargo al erario igual que el uso del servicio telefónico. Todos esos beneficios recibirá Calderón una vez que termine su gestión como presidente de México. Vaya premio.
Ninguno de los ex mandatarios padece o padecerá las angustias mensuales que produce la pensión que no alcanzará para vivir dignamente. Ellos se encuentran en otra dimensión de la existencia humana, aunque los reclamos de la conciencia no les permitan conciliar el sueño.