Hitler, ¿héroe panista?
¬ Augusto Corro miércoles 28, Nov 2012Punto por punto
Augusto Corro
El PAN se encuentra en vías de refundación o reconstrucción. Su derrota mayúscula en los comicios pasados lo colocó en el tercer lugar de los partidos políticos.
Después de mantenerse en el poder durante doce años, los blanquiazules cayeron en desgracia. La estrategia para continuar en Los Pinos no les funcionó y perdieron todo.
Además, llevaron a esta organización política a una lucha interna de pronóstico reservado. En una guerra de todos contra todos, Calderón y Gustavo Madero pelean por adueñarse del partido.
Solo hay un culpable de la derrota: Calderón. Su estrategia fallida en la guerra contra la delincuencia organizada provocó la muerte de 60 mil personas; y en las elecciones presidenciales se empeñó en apoyar a su delfín, Ernesto Cordero, a la candidatura.
Esta decisión impopular fue superada por otra aspirante panista, Josefina Vázquez Mota. Ella resultó la candidata panista, que ganó a pulso, el boleto para la competencia electoral. Molesto, Calderón optó por abandonarla a su suerte.
Los resultados de la elección presidencial fueron demoledores para los panistas. Inmediatamente se buscó a los responsables de tal desaguisado. No había que darle mucha vuelta. Todo mundo sabía que Calderón era el artífice de la derrota. Los panistas no lograron convencer al electorado de los beneficios obtenidos en 12 años de gobiernos panistas.
Al contrario, la guerra contra la delincuencia organizada lo único que mostraba era dolor y muerte. Este último renglón fue determinante para el rechazo de la sociedad a los planteamientos panistas en las elecciones.
A partir de la derrota, en el seno del PAN empezó la lucha para corregir los errores y, de alguna manera, empezar la recuperación del partido que quedó en calidad de moribundo. Se iniciaron los planteamientos para la refundación o construcción de Acción Nacional. Calderón, aún en el poder, pretendía que la asamblea más importante se efectuara antes de que terminara su administración. No lo logró.
Madero le ganó la partida y dicha reunión se efectuará a principios del próximo año. Mientras, la vida partidista continuará sin obstáculos. No importa que se defina en qué consistirá la nueva forma de pensar de los blanquiazules.
Ante la urgencia de la rehabilitación, el PAN ya no se para a reflexionar en la calidad moral de sus representantes. Por ejemplo, el sábado pasado, en el Estado de México, Oscar Sánchez Juárez fue electo presidente del PAN estatal. ¿Qué con eso? se preguntaría cualquier ciudadano.
Pues resulta que el tal Sánchez Juárez es un admirador de Hitler y de Julio César. El primero un dictador y el segundo proclive a no soltar el poder. La palabra dictar, en nuestra historia contemporánea implica todos los adjetivos deleznables que se le puedan aplicar a un gobernante: asesino, torturador, loco, sanguinario, etc. Todo igual a fascismo. Y resulta que Sánchez Juárez es adorador del criminal de guerra.
Según el dirigente panista estatal, Hitler y Julio César “fueron hombres que trascendieron en la historia, que dominaron el mundo, a lo mejor no de la manera más convincente para todos, pero admiro el liderazgo que ambos tenían para que miles de gentes estuvieran dispuestas a dar la vida por ellos”.
Todos sabemos en qué terminaron los héroes de Sánchez Juárez. Hitler se pegó un tiro en la cabeza cuando las tropas rusas estaban cerca del búnker; a Julio César su cuate Bruto le dio una generosa dosis de puñaladas en las instalaciones del Senado.
El alemán con su muerte no alcanzó a pagar el daño que hizo a los judíos y a la Humanidad, por citar uno de sus errores. El romano lució más como un mártir de la democracia incipiente en el mundo.
Sánchez Juárez declaró su admiración por Hitler, quien se encuentra en el basurero de la historia, en una entrevista cuando se llevaba a cabo el proceso electoral.
La propia Josefina Vázquez Mota salió al quite y se disculpó ante la comunidad judía por las declaraciones imprudentes de su colega. El incidente no se olvidó y hoy sale nuevamente, una vez que el panista mencionado fue ungido como líder estatal blanquiazul en el Edomex.
¿Acción Nacional seguirá una ruta atropellada en su refundación o reconstrucción? ¿Una vez agotados los recursos de la democracia, el PAN recurrirá al fascismo como anzuelo político? ¿En el fondo, los blanquiazules siempre han admirado a Hitler?
Son varias las interrogantes que surgen luego de que un fanático hitleriano fue elegido como líder panista en uno de los estados más importantes de México.