De la despistolización
¬ Augusto Corro viernes 16, Nov 2012Punto por punto
Augusto Corro
¿Cuál es la función de la policía en el Distrito Federal?
Esta pregunta viene a la mente de los capitalinos cada vez que se conoce de un hecho violento, en el que un inocente pierde la vida.
El niño Hendrik Cuacuas, de 10 años, su padre y hermana se encontraban en la Sala 2 de Cinépolis Plaza Ermita, en Iztapalapa.
Durante la función, el menor fue alcanzado por una bala que lo privó de la vida.
Al principio todo parecía muy extraño, porque nadie escuchó el balazo en el interior del cine.
Posteriormente, se concluyó que la muerte del menor fue provocada por una bala perdida disparada desde la calle.
Efectivamente, el día 2 de noviembre, es una fecha en la que los vecinos del rumbo de Iztapalapa accionan sus pistolas para festejar a su manera el Día de Muertos.
Claro, entre aquellos que disparan sus pistolas se encuentran las decenas de pandillas que pululan en Iztapalapa.
Así pues, la tragedia del niño Hendrix vuelve a cuestionar la función de la policía.
Concretamente ¿qué función desempeña la policía preventiva que dirige el doctor Manuel Mondragón y Kalb?
Porque el funcionario cada vez que tiene la oportunidad de hacerlo, se jacta de la efectividad de la policía en “una ciudad segura”.
En la realidad, las cosas son diferentes.
Para empezar, el operativo del Día de Muertos apoyado con más de 17 mil policías y miles de cámaras de vigilancia no sirvió de nada.
En ese día (el 2 de noviembre) donde estaban esos uniformados que no supieron de las balaceras que organizaron los vecinos en las calles cercanas al Cinépolis Plaza Ermita, en Iztapalapa.
Mueve a risa el comunicado de la Secretaría de Seguridad Pública del Distrito Federal (SSPDF) sobre el dispositivo de seguridad para el citado Día de Muertos, en el que se contempla lo siguiente:
“Además, para inhibir el delito y mantener el orden público, la SSPDF se apoyará con las más de 13 mil cámaras que operan en los cinco Centros de Control y Comando, así como del Centro de Comunicaciones, Cómputo, Inteligencia, Integración, Información e Investigación de la Ciudad de México.”. A esa “supervigilancia” se deben agregar tres helicópteros de la policía.
Miles de uniformados y cámaras de vigilancia no fueron capaces de enterarse que en Iztapalapa las pistolas o las armas de fuego eran accionadas imprudentemente en la vía pública.
¿Mondragón y Kalb no se enteró de las balaceras?
Bueno, una vez ahogado el niño hay que tapar el pozo.
Primero, con declaraciones que vuelvan la tranquilidad a los capitalinos. El jefe de gobierno, Marcelo Ebrard Casaubon, dijo que la muerte del niño Hendrik no quedará impune y agregó que se “tomarán todas las medidas que sean necesarias para evitar que se repita un caso semejante”.
También Miguel Ángel Mancera, próximo jefe de gobierno del DF, se pronunció por un programa de despistolización para frenar hechos como el ocurrido el 2 de noviembre, en el que perdió la vida el niño Hendrik.
Claro que es interesante el proyecto mencionado, en el que la ciudadanía debe participar sin reserva, aunque el renglón más importante se encuentra en hacer más efectiva la policía preventiva.
Además, deben terminar los discursos aquellos en los que se presume del Distrito Federal como una ciudad segura.
Si se tratara de una ciudad segura como lo repiten, hasta el cansancio los perredistas, los capitalinos no tendrían que andar por las calles con el temor a ser asaltados.
El proyecto de la despistolización es buena idea. En otras ocasiones se ha realizado sin los resultados deseados en la misma delegación de Iztapalapa.
En fin, existe la esperanza de que Mancera, quien conoce de la inseguridad que se vive en el DF, decida actuar con energía para que la tranquilidad y la paz vuelva a los capitalinos.
Finalmente, cabe preguntar al jefe de la policía, Mondragón y Kalb, ¿cuántos policías de cuadrante y cuántas cámaras de vigilancia necesita para rendir frutos positivos de su trabajo al frente de los preventivos?
Feliz fin de semana.