Demasiado tarde
¬ Augusto Corro miércoles 14, Nov 2012Punto por punto
Augusto Corro
Al cuarto para las doce, Calderón no deja de opinar sobre el complejo tema de la legalización de la mariguana. Como informamos, en Estados Unidos se dan pasos importantes para que a la droga mencionada se le permita el uso recreativo. Es decir, que ya no se contemple como un delito su producción, venta y consumo.
A raíz de que en Colorado y Washington ya se aprobó el uso de la mariguana, en Latinoamérica se pusieron las pilas.
Para México, tocar el tema por parte del gobierno federal panista es llegar tarde al análisis de un tema que requería una mayor atención.
A estas alturas del partido, Calderón actúa como si apenas hubiera tenido conocimiento del problema.
Dijo ante sus colegas centroamericanos que “se debe analizar a profundidad las implicaciones sociales, de políticas públicas y de salud general”, con motivo de la producción, consumo y distribución legal de la mariguana.
En Uruguay, por ejemplo, las autoridades no sólo buscan legalizar la cannabis, sino también convertir la producción, venta y consumo en un negocio para el gobierno. Las utilidades podrían ser utilizadas para medidas preventivas contra el uso de estupefacientes.
Este tema lo hemos tratado aquí en múltiples ocasiones. En algunos casos, nuestros amables lectores nos critican porque suponen que estamos a favor de la drogadicción.
De ninguna manera, lo único que pretendemos es que las autoridades contemplen todas las posibilidades para evitar esa espiral de violencia que tiene a México aterrorizado, con miles de víctimas derivadas de una guerra fallida contra la delincuencia organizada. Pensamos que cada quien es responsable de su cuerpo y su salud.
En fin, suponemos que Calderón decidió enfrentar a los cárteles de las drogas sin conocer la dimensión del enemigo.
Para empezar, no se contó con la ayuda real de Estados Unidos. Mientras que en el vecino país la producción, venta y consumo de la mariguana es permitida, sin mayor problema, aquí en México, los narcos pelean por las plazas y las rutas de la droga.
Además, el gobierno de EU nunca escuchó los reclamos de Calderón para que de alguna manera se controlara el contrabando de armas que se origina en la frontera norte. ¿Qué actitud se debe asumir ante la actitud de un país en el que se encuentra el mayor mercado de drogas en el mundo?
La escalada de violencia empezó hace seis años y ahora, al finalizar el gobierno de Calderón, el propio funcionario manifiesta interesarse por el tema de la legalización de la mariguana.
Conforme transcurre el tiempo, se comprueba que la guerra contra la narcodelincuencia careció de una estrategia integral que permitiera al gobierno federal panista erradicar el flagelo de las drogas.
Tarde o temprano se llevará a cabo la legalización de la mariguana. No darle importancia al asunto, sólo prolongará lo inevitable.
Por cierto, los discursos de Calderón, en su temporada de despedida, suenan huecos y sin sentido. Debe entender el michoacano que lo mejor para él debe ser una retirada discreta, ya lejos de los reflectores sexenales; pero no, está empeñado en continuar con su presencia pública y sus discursos anodinos: lo que opina ya nadie lo toma en cuenta.
ASESINATO EN EL CINE
En la tarde del 2 de noviembre, mientras un padre y sus hijos disfrutaban de la función (“Ralph el demoledor”), alguien disparó contra el público. El resultado: un niño alcanzado por una bala. El menor murió dos días después en el hospital. El hecho ocurrió en las instalaciones del complejo Cinépolis Ermita, por el rumbo de Iztapalapa.
La víctima, Hendrik Cuacuas, de 10 años, su hermano y el padre de ambos, Enrique, vivieron la pesadilla ante la indiferencia de los propietarios del cine, quienes abandonaron a su suerte a la familia agredida. La función no se interrumpió. El herido no fue atendido inmediatamente.
Quizá lo más grave del caso, es que en esa sala de cine, no es la primera vez que ocurre un hecho sangriento. Extrañamente, las autoridades se demoraron en las investigaciones. Urge pues, saber a qué se enfrenta la sociedad en Cinépolis. ¿Se trata de una acción aislada de algún loco?¿Qué fue lo que realmente ocurrió? ¿Es el Distrito Federal una ciudad segura?