Whistler, más allá del esquí
¬ José Antonio López Sosa miércoles 14, Nov 2012Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Whistler, Canadá.- Esta pequeña aldea ubicada un par de horas al norte de Vancouver en medio de las montañas, representa en el mundo un ícono para los deportes invernales. Aquí se llevaron al cabo decenas de competiciones en los Juegos Olímpicos de Invierno Vancouver 2010, y año con año, miles de personas de los cinco continentes llegan hasta aquí después del 20 de noviembre para practicar esquí, snowboard y otros deportes de nieve.
En la recta final del otoño y durante el festival gastronómico Cornucopia, pudimos observar cómo este fascinante lugar tiene mucho más que ofrecer que sólo deportes de invierno, es claro está, el atractivo más importante por las imponentes pistas, montañas, así como la infraestructura montada para ello, sin embargo, hay muchos otros secretos que Whistler guarda entre sus calles peatonales, riachuelos y senderos que rodean con naturaleza y grandes paisajes este lugar.
Whistler tiene más de 90 restaurantes, donde en su mayoría chefs utilizan productos locales para elaborar platillos de autor, tiene también una serie de galerías de arte donde se combina el pasado histórico de los indígenas americanos que poblaron estos lugares desde hace milenios, con las técnicas más vanguardistas. Whistler tiene una oferta cultural mucho más allá del tamaño de la aldea, en el Centro Cultural se alberga la historia de estas “first nations” (etnias de indígenas americanos) y muestra como estas familias conservan sus usos y costumbres hasta el día de hoy.
La oferta hotelera tiene desde pequeñas villas hasta hoteles de gran turismo, todos ellos conectados por grandes calles peatonales, donde en la primavera y el verano se dejan ver los más de ocho osos negros que circundan el área (que han dejado de ser agresivos tras años de convivencia con los seres humanos), mapaches, alces, venados y gatos monteses. Whistler no irrumpió sobre la naturaleza de este lugar, simplemente se buscó un lugar y las montañas absorbieron esta villa humana haciéndola parte del entorno.
Tuvimos la suerte de haber llegado en pleno otoño con las hojas rojas y amarillas tendidas en el piso y haber estado en la primer gran nevada de la temporada, así el paisaje ahora es blanco y hasta las primeras semanas de abril en que la primavera llegue a derretir la nieve desde la base hasta las cimas de las montañas.
A pesar de estar en varios niveles, la aldea por ser ladera de varias montañas, todos los senderos y calles peatonales son plenamente accesibles para caminar y para cualquier instrumento de movilidad para personas con capacidades distintas, no hay lugar inaccesible para nadie en Whistler.
La magia de este lugar da para muchas cosas más que los deportes de invierno, el simple hecho de sentarse en uno de sus cafés, tomar un exprés o un buen chocolate caliente, leer o simplemente ver la vida pasar a través de los cristales de la nieve al caer o entre los inmensos bosques que tapizan las montañas nevadas, ya es una experiencia sensorial indescriptible.
Comer champiñones silvestres, pedir un salmón salvaje pescado en la primavera en los ríos ascendentes y tomar agua del deshielo del glaciar, son tres de las cosas más naturales que se puedan encontrar en nuestro continente, por citar una sola de las muchas que en este rincón de Canadá se pueden hacer.
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