La sirena que se dobló
¬ Juan Manuel Magaña viernes 9, Nov 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
Ha sido muy interesante ver la forma en que el PAN dice y se aferra hasta la histeria en una cosa y termina haciendo la otra, como en el caso reciente de la reforma laboral.
Un problema mayor de ello es que, como buenos mochos que son, los panistas no sólo se traicionan a sí mismos -cosa que por demás pueden hacer hasta empacharse-, sino fundamentalmente a los demás. Y ahí están los perredistas que terminan lamentando más el divorcio que el haberse emocionado tanto con una alianza contranatura en la que les prometieron lo que no.
El asunto es interesante por la manera en que el PRI logró trasladar a los panistas el costo neto de no democratizar ni transparentar a los sindicatos, con lo cual queda evidenciada la hipocresía con que éstos hacen las cosas, desde Calderón, hasta Madero y su bancada legislativa.
Luego de la traición que puso fin al matrimonio “estratégico”, a Gustavo Madero le llovieron las críticas en twiter. Y es al mismo tiempo interesantísimo ver cómo la gente identifica pronto y bien el meollo de la cuestión, porque ayer y anteayer no había nadie más malo, en esta película, que el líder panista.
“Rajón”, “traidor”, “se dobló”, fue lo menos que le dijeron a este personaje que días pasados advertía que en todo el sexenio de Peña Nieto su partido, en alianza con el PRD, sería un “dique democratizador” en el Congreso que evitaría que las reformas que se impulsen salgan mochas, incompletas, opacas y sin garantías de democracia.
De lengua hay que echarse un taco, como dicen en mi tierra.
Otra cosa bien curiosa es que los priístas encontraron la manera de que esta reforma laboral pase a la historia como la ley preferente de Calderón, el que tomó la iniciativa al final del sexenio de ensañarse con los trabajadores, que a fin de cuentas fueron los que le manifestaron su hartazgo y repudio electoral.
Además, los priístas trapearon un poco con esa iniciativa “preferente”. En San Lázaro esquivaron lo sindical y coincidieron con el PAN en sacrificar a los trabajadores. En el Senado se adornaron con que hasta ellos estaban de acuerdo en que Romero Deschamps y Elba Esther (la misma que andaba de a beso y beso con Fox y Calderón) rindieran cuentas política y económicamente de sus sindicatos.
De regreso a San Lázaro, a la iniciativa le quitaron lo “preferente” para alistarla a la congeladora. Y ya estaban por dejar a Calderón hablando solo y pateando un bote, hasta que los panistas doblaron las manos o lo que sea y los priístas dijeron “bueno, aprobémosle su iniciativa ‘preferente’ al señor Calderón”
El asunto podría tener su buena consecuencia en el futuro. Lo que se ha roto es un extraño modelo de oposición al PRI en el que se acomodaban lo mismo Calderón, que Manuel Camacho, Marcelo Ebrard y, sobre todo los chuchos, a quienes los que odian al “Peje” los ven como “los modernos”, “los reformistas”, “los moderados” del PRD.
Ahora qué van a decir todos éstos cuando las sirenas del PAN regresen a ellos con sus coqueteos, pero ya sin los encantos, si los tuvieron, de haber estado de pasadita en el poder y no poder.