Con Obama, juego nuevo
¬ Juan Manuel Magaña jueves 8, Nov 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
La atención mundial se concentró esta semana en la elección presidencial de Estados Unidos. La cobertura de medios fue mayor a la de cualquier show artístico o deportivo de alcance global.
No era para menos. Además de la presidencia, en el imperio estaban en juego la Cámara de Representantes, un tercio del Senado y los gobiernos de 37 estados.
Y por si fuera poco, la elección presentaba el atractivo de un enigmático empate técnico entre el demócrata Barack Obama y el republicano Mitt Romney.
Mucho dinero también estaba de por medio, pues la elección resultaba ser una de las más caras de la historia.
El triunfo de Obama fue tan espectacular como el reconocimiento que Romney hizo de su derrota. Claramente no había nada más que hacer y el perdedor lo asumió con dignidad y caballerosidad, toda vez que su desempeño en campaña buen bastante bueno.
En ningún bando se vieron caras largas y el juego democrático se mostró saludable al no darse un resultado cerrado.
Esa es una gran fortaleza con la que podrá continuar Obama al mando de aquella potencia durante los próximos cuatro años.
De hecho él también tuvo la elegancia de prometer públicamente que buscaría a su adversario para establecer colaboración en el futuro. Y allá esas no son cosas de dientes para fuera.
Las decisiones que EU adopte afectan al mundo entero, pero particularmente a México en virtud de su dependencia más que económica a causa de una ostensible pérdida de soberanía durante los últimos años.
Por eso los mexicanos estuvimos muy pendientes del resultado, dado que un triunfo de Romney nos metería en incertidumbre, mientras que con Obama ya se sabe más o menos qué camino él seguirá y nosotros cuál intentar.
Por eso es que quien estará al frente del futuro gobierno en México, Enrique Peña Nieto, reaccionó de inmediato con la consabida felicitación y con la solicitud expresa de una pronta reunión con Obama para poder trabajar de inmediato.
Y decir pronto es decir la próxima quincena. Y se sabe que el equipo de transición ya había dado pasos en ese sentido tanto con la idea de que ganara Obama como con la hechura de contactos entre la gente de Romney.
El asunto es muy claro: México y EU enfrentan dos grandes desafíos comunes, tan importante uno como el otro: la migración y el narcotráfico.
Y está visto que esos problemas ya no se pueden seguir enfrentando a la Calderón: sin la menor idea de cómo resolverlos y, peor aún, subordinadamente en el caso mexicano.