Simulación y distancia de lo real
¬ Juan Manuel Magaña martes 6, Nov 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
De un tiempo para acá, Felipe Calderón se inventa actos para simular que se desempeña como lo que cree que es. Se sube a los go-karts, anda en la bicicleta, lo invitan al Metro. Pero en realidad, su agenda está vacía.
No pudo más que dañar al país, más de como lo encontró, y ya después ni hubiese podido y se ve que ni ha querido corregir error o desperfecto alguno.
Desde el tercer año daba la impresión de que el sexenio se había terminado. La pobre creatividad con que se actuó parecía que hasta ahí se había llegado. Y, en efecto, todo lo demás fue ya una terrible inercia de violencia, sangre y penuria económica.
Después de la reciente elección de julio, pareciera que hay un inquilino en Los Pinos que sólo cobra un sueldo al país sin que se sepa bien por qué. De ese tiempo para acá las cosas están como en piloto automático: sin tiempo ni ganas para meter reversa, se sigue el mismo curso sin variar un centímetro.
El inquilino sólo ve para sí. Revisa sus prestaciones, arregla su retiro, maquilla sus cuentas y prepara su huida.
Y sus actos son cada vez más vacíos. Prueba de todo esto es que Calderón dice demasiadas cosas sin sentido, más ahora que antes. Ahí está ese paseo en bicicleta que se organizó en Cozumel, dizque para inaugurar una carretera isleña. Allá dijo: “Probablemente ahora que no sea presidente va a estar más difícil para mí, porque ya no estará para mí disponible la casa de la base aérea, pero de cualquier manera haré mi mayor esfuerzo por, cuantas veces pueda, poder venir aquí a vacacionar a Cozumel, que no será con tanta frecuencia, pero será siempre con el mismo cariño y con la misma gratitud”.
Pura incoherencia que emite el subconsciente. Si se hubiera querido despedir bastaba con decirles adiós y gracias a los militares y no pretender decirles a ellos y a los demás que en el próximo verano se les dejará caer en bermudas y con ganas de ir a esnorquelear.
Pero hay que tratar de entender. Calderón ya lamenta lo que pierde: el poder y sus seguridades.
Cozumel fue el destino vacacional predilecto y bastante frecuente en el sexenio para una persona que desde ya vivía atrapado en una burbuja de seguridad. Desde ya, ha sido un tipo sin muchas opciones para ir y andar con libertad sin esa esfera defensiva. Y por eso lo mejor era una isla y mejor aún, dentro de ésta, la casa de una base aérea. Y por eso, ahora lamenta que en breve dejará de gozar de los servicios que le prestan la Marina y la Fuerza Aérea. ¿Será capaz de vivir tranquilo sin ello?
La otra cuestión es la distancia de la realidad a que obliga el vivir encerrado en esa burbuja. Mírenlo: medio país se sigue matando, en Tamaulipas la cosa está que arde, pero él prefiere los go-karts y las bicicletas.
Si de por sí ha sido un tipo que no ha mostrado respeto por la vida…