Garantizar la seguridad
Ramón Zurita Sahagún lunes 5, Nov 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
La compra de una aeronave para uso del primer mandatario anunciada por Felipe Calderón y avalada por el presidente electo, Enrique Peña Nieto, concentra la atención sobre la seguridad que deben tener los personajes públicos para sus desplazamientos.
Se cuenta en la actualidad con equipo para ello y aunque en buenas condiciones, se trata de equipos viejos, que han tenido un natural desgaste por el paso del tiempo y el propio uso.
El avión presidencial nuevo tiene un alto costo y su adquisición fue propuesta por el actual Ejecutivo federal, aunque su uso corresponderá a quien asume funciones el 1 de diciembre próximo. El costo de la aeronave es sumamente elevado por la adaptación que se tiene que hacer de equipos adicionales.
Y aunque hay quienes catalogan el gasto como superfluo en un país como México, con necesidades extremas en muchos renglones, en varios sectores del país la noticia de la adquisición es bien recibida.
Lo es por las necesidades de seguridad que deben tenar las autoridades, especialmente, en este caso, el Presidente de la República. Con las experiencias del pasado reciente, es mejor prevenir que lamentar y los ejemplos se encuentran a la vista.
En la década reciente, varios personajes de alto nivel de la política murieron en accidentes aéreos, los más de ellos dejaron, además de la muerte de varias personas, sombras de dudas sobre si los percances fueron verdaderos accidentes o se trató de atentados.
Las autoridades han intentado ser pulcras en el manejo de la información y de las investigaciones sobre cada uno de esos casos, aunque no consiguieron despejar las dudas que persisten en algunos de ellos.
Cuatro políticos de primer nivel y otros más que los acompañaban murieron en esos incidentes aéreos que conmocionaron, unos más que otros, a la población nacional.
Y aunque dejaron víctimas ajenas al mundo de la administración pública, la atención se concentró en los personajes políticos fallecidos.
El caso más notorio es el de Juan Camilo Mouriño Terrazo, en aquel entonces secretario de Gobernación, considerado como el alfil del presidente Felipe Calderón, para designarlo candidato presidencial.
Mouriño avanzaba notablemente en ese terreno y había logrado conciliar en la Secretaría de Gobernación, en la que su antecesor Francisco Ramírez Acuña (hoy embajador en España) había fracasado considerablemente. Siendo uno de los personajes más cercanos al afecto presidencial, el entonces secretario de Gobernación hacía apenas su intromisión en los primeros planos de la política nacional, pero con relativo éxito y su muerte impactó en todos los ámbitos, especialmente en el del presidente Calderón, quien hasta la fecha le sigue rindiendo homenajes en cuanta ocasión puede o existe el pretexto para ello. Juan Camilo cumplió cuatro años de muerto y hoy que su partido (PAN) perdió la elección presidencial, la pregunta es que habría pasado con él de candidato presidencial del partido blanquiazul.
El resultado de la contienda habría sido el mismo, hubiese resultado un mejor adversario para Enrique Peña Nieto que Josefina Vázquez Mota o ni siquiera habría alcanzado la candidatura presidencial de su partido.
La realidad es que Juan Camilo apenas iniciaba, pero con grandes avances, ya que había conseguido lo que su antecesor no logró, establecer agenda con los partidos políticos y dialogar con los líderes de las fracciones legislativas. Otro de los personajes caídos en un accidente aéreo fue otro secretario de Gobernación de la administración de Felipe Calderón, José Francisco Blake Mora, sucesor de Juan Camilo, con un secretario de por medio (Fernando Gómez Mont Urueta).
Es cierto que Juan Camilo murió a bordo de un avión y José Francisco de un helicóptero, pero ambas eran naves del gobierno mexicano.
Blake Mora no estaba considerado dentro de los planes de la sucesión, ni era visto como un político en evolución, pero sí cumplía con discreción su labor.
También cercano al círculo presidencial, aunque no en la dimensión de Juan Camilo, Blake fue sacado abruptamente de su entorno y su intención iba dirigida a la sucesión en Baja California, de donde era secretario de Gobierno, cuando fue incorporado a tareas de la administración pública federal. Ambas muertes ocurrieron en el mes de noviembre, aunque con tres años de diferencia y coincidieron también en que ambos eran secretarios de Gobernación en el momento del percance que les costó la vida a ellos y a varios de sus colaboradores y personajes ajenos a ellos.
Antes de ellos había perdido la vida en otro incidente aéreo el entonces secretario de Seguridad Pública del gobierno federal, Ramón Martín Huerta.
Se trataba de uno de los personajes más cercanos al entonces presidente Vicente Fox, ya que había sido su secretario estatal de gobierno y emergente como gobernador de Guanajuato, cuando Fox decidió buscar la nominación presidencial.
Otro político caído en esta circunstancias fue el entonces gobernador de Colima, Gustavo Alberto Vázquez Montes.
Pero no solamente ellos han perdido la vida en este tipo de incidentes, ya que se han producido otros más, pero con personajes de menor relieve mediático, en distintas áreas del gobierno federal, aunque siempre considerados como accidentes.
FONDO PARA LA RECONSTRUCCIÓN
Uno de los grandes propósitos del gobierno de Veracruz, que encabeza Javier Duarte de Ochoa, es el de crear un fondo nacional de reconstrucción, que serviría como elemento adicional al Fondo Nacional de Desastres, lo que permitiría acceder con rapidez a los recursos destinados a esta tareas. Duarte de Ochoa fue designado coordinador de la Comisión de Protección Civil de la Conferencia Nacional de Gobernadores y una de las principales tareas a realizar es la de terminar con las engorrosas tramitologías en la materia.