La desgracia de Acapulco
¬ José Antonio López Sosa viernes 2, Nov 2012Detrás del Poder
José Antonio López Sosa
Por más que el titular del sector turístico en el estado de Guerrero, el gobernador e inclusive el presidente municipal de Acapulco insistan en que este destino en el pacífico mexicano está en un repunte, es triste observar la realidad de las cosas: Acapulco se encuentra en desgracia creciente desde hace años.
No sólo la violencia que ha venido a resaltar la peligrosidad del destino, se trata de toda una estructura urbana que ha permitido un enorme deterioro ecológico, económico y social en la zona turística y residencial –desde el nivel alto hasta los cinturones de miseria—.
Podríamos en esta columna enumerar los problemas que Acapulco tiene y no habría espacio para documentarlo.
La falta de agua es uno de ellos, como si se tratara de una ciudad en el desierto, la mayor parte de las colonias populares en Acapulco carecen de agua, las clasemedieras y turísticas la tienen con una ínfima calidad.
El problema del agua potable lleva más de una década y no hay soluciones de fondo.
El drenaje es otro problema elemental. Decenas de tuberías van a dar a la bahía sin autoridad que lo regule, el crecimiento desmedido y sin control de la mancha urbana –tanto en espacios turísticos como habitacionales—, sin una planeación ha llevado a tener un progresivo deterioro ambiental.
La falta de regulación en el transporte es otro problema, los taxis cobran sin taxímetro, en muchos casos venden drogas, son agentes de prostitución, en fin, triste el escenario para uno de los destinos turísticos que detonó a México como país en el mapa mundial de los viajeros.
Como suele suceder en nuestro país, lejos de buscar una solución, la autoridad descalifica las verdades, crea su realidad alterna para conservar sus cotos de poder y hacer creer que no pasa nada.
¿Quién en realidad disfruta una caminata por la costera Miguel Alemán hoy día?, ¿quién se siente seguro de salir por la noche a cenar o tomar una copa en Acapulco?, ¿quién nos garantiza en realidad una recomposición ecológica y social en el puerto?
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