Debate de altura
¬ Juan Manuel Magaña martes 30, Oct 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
La Arquidiócesis de México tenía que ponerle sabor al caldo en aquello de la reforma laboral.
No se aguantó y dijo que los sindicatos “amenazan con secuestrar al Estado si este no se alínea a sus intereses, que por cierto, no son los mismos que los de sus agremiados, y mucho menos ayudan al desarrollo nacional”.
En el editorial del semanario Desde la Fe, la Iglesia católica lamentó que los sindicatos mexicanos no gocen de buena fama, pues gran parte de la sociedad siente desconfianza de los grupos gremiales y consideran que su actuar es corrupto, poco honesto y carente de solidaridad con los trabajadores.
Esto es un poco como aquello de que el comal le dijo a la olla. Piden lo que no están dispuestos a hacer.
Y por supuesto que contestó la olla. Organizaciones sindicales como la Unión Nacional de Trabajadores (del joven Francisco Hernández Juárez), el SME y el Sindicato de Trabajadores Ferrocarrileros (del temible Víctor Flores), coincidieron en señalar que la Arquidiócesis de México debe hacer una crítica al interior sobre los casos de pederastia y la no rendición de cuentas y transparencia sobre el manejo de las limosnas, respecto de las cuales no pagan impuestos.
Por supuesto también, en esta repuesta están representados la maestra, el líder petrolero, el eterno cetemista y los liderazgos duraderos dentro de la esfera de izquierda.
Como si les hubieran prendido fuego en sus asientos, los sindicalistas de inmediato respingaron frente al texto titulado “Sindicalistas, un llamado a su origen”, que pinta a los sindicatos como fuerzas políticas que se venden al mejor postor y que han sido secuestrados por líderes inmorales que han logrado eternizarse y generar formas de poder contrarias a la naturaleza de los gremios. ¡Zaz!
Un tal Grajales, uno de los dirigentes del sindicato ferrocarrilero, señaló que quienes piden transparencia en la Iglesia, comiencen primero por pagar impuestos del dinero que reciben vía limosnas e informen a sus fieles cuánto reciben y en qué lo gastan.
Se preguntó: “¿La mayoría de los obispos vive de acuerdo a la fe que practican, viven en austeridad o en la opulencia?”, “¿Rinden cuentas a los fieles sobre la procedencia lícita de sus bienes?”.
La iglesia católica no deja de ser el viejo partido político que cuando se decide a abrir la boca arroja lumbre, aunque también se expone a duras respuestas. Esta vez también agarró parejo contra la falta de sensibilidad social por parte de la clase patronal, especialmente en cuanto a la “explotación de los trabajadores, a quienes se les otorgan sueldos indignos”.
En fin, la arquidiócesis no tuvo que ir muy lejos por una respuesta. Y que le sacan su falta de autocrítica por lo de sus curas pederastas.