Don Pablo y la democracia
¬ Juan Manuel Magaña jueves 25, Oct 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
Ante un público integrado por lectores, amigos, admiradores de su obra y sobre todo muchos jóvenes, el autor de “La democracia en México”, el científico social Pablo González Casanova, recibió el premio Cosío Villegas que otorga El Colegio de México.
Un prolongado aplauso saturó el auditorio Alfonso Reyes, lleno a reventar, y el homenajeado correspondió con una conferencia magistral, que tituló “De los habitantes originarios de la nación al movimiento #YoSoy132”.
El presidente del Colmex, Javier Garciadiego, expresó que este reconocimiento se entregó a González Casanova por ser el principal científico social de nuestro país y por haber combatido una de las mayores lacras nacionales: el autoritarismo, la ignorancia y la injusticia social.
Y cómo no va a serlo. Su obra maestra “La democracia en México”, que está por cumplir 50 años, ha sido visionaria y está más que vigente. En ella, don Pablo veía que “el futuro inmediato del país depende de la democratización efectiva y del desarrollo, y que el avance de la democratización tendrá efectos positivos en el desarrollo y el de éste en aquella”.
Su obra se convirtió en una clásico de la literatura sociológica mexicana y ha sido, quizá, la mirada más penetrante acerca del problema del desarrollo del país. Decía que “la democracia se mide por la participación del pueblo en el ingreso, la cultura y el poder, y todo lo demás es folklore democrático o retórica”.
González Casanova vio con mirada de profeta: “Nadie puede ocultarse que en México no hay las condiciones de una revolución socialista, y que en cambio se pueden presentar las condiciones de un golpe de Estado fascista; que el margen de seguridad en que camina el país es muy bajo, y que de no acelerarse los procesos de democratización y desarrollo, es posible, en una situación de crisis, que las clases dominantes recurran para mantener el poder al gobierno dictatorial o de fuerza”.
Don Pablo creía que hace 50 años había un ambiente propicio para democratizar al país y citaba a Max Weber para fijar dos postulados de la democracia: a) el impedir que se desarrolle un grupo cerrado de funcionarios oficiales para que exista la posibilidad universal de acceder a los cargos públicos, y b) la reducción de la autoridad oficial para aumentar la esfera de influencia de la opinión pública en la medida de lo posible.
Y explicaba que “una forma más de precisar el contenido de la democracia consiste en destacar algunas de sus instituciones características: la libertad de prensa y crítica, de reuniones y de asociación, el cambio pacífico de los gobernantes a través de los comicios, el sufragio”.
“Las variables anteriores se precisan y cuantifican por una multitud de indicadores negativos o positivos (frecuencia en el encarcelamiento de periodistas, en la represión de asambleas, en las protestas de violación al voto, en el encarcelamiento de líderes de oposición; en la variedad de los periódicos con ideologías distintas, en la cantidad de críticas a la autoridad que no conducen a represiones, en la cantidad de asociaciones, grupos de presión y partidos legalmente reconocidos y cívicamente respetados, etcétera)”. Tan sólo con esas coordenadas de don Pablo es posible saber qué le ha pasado al país en todo este tiempo. Anteayer, González Casanova destacó que son los jóvenes los que hoy plantean las rutas de todas las revoluciones de Independencia, de Reforma, de Francisco I. Madero, de los zapatistas, de los anarquistas, de los comunistas.
Se trata, dijo, no de un eclecticismo, sino de recoger todos los movimientos que quieren emancipar al ser humano y que se complementan unos con otros. Hemos perdido 50 preciosos años, pero don Pablo no ha dejado de ser optimista.