Bicentenario en Venezuela

¬ José Antonio López Sosa jueves 22, Abr 2010

Detrás del Poder

José Antonio López Sosa

En esta semana se celebró en Venezuela el bicentenario de su independencia. En la ciudad de México la embajada inauguró una exposición denominada “200 años” en los pasillos de la estación Pino Suárez del Metro. Sin lugar a dudas que un país latinoamericano celebre 200 años de vida independiente es motivo de celebración, sin embargo, con preocupación leo -cuando menos en redes sociales como Facebook y Twitter- que llegan en medio de un cisma social con motivo del régimen actual.

Creo que es preocupante que la sociedad venezolana se englobe en dos vertientes: chavistas y antichavistas. Unos oficialistas y otros disidentes, unos ciegos a favor de todo aquello que emane de los labios de Hugo Rafael Chávez Frías y otros en contra de cualquier decisión que desde el Palacio de Miraflores se tome. ¿Es necesario llegar en un país a la polarización extrema?

Considero que la democracia es precisamente, un concepto que engloba, que permite la participación plural en un Estado, en un gobierno y precisamente por ello, no necesariamente tienen que convivir las mismas ideas para gobernar, ¿no existe pues ese punto intermedio en Venezuela?, ¿no hay forma que alguien a favor del régimen de Chávez se siente a dialogar con alguien que está en contra llegando a un acuerdo? y me refiero desde la base hasta la cúspide de la pirámide en materia política.

Nadie en este planeta tiene la verdad absoluta, somos seres humanos plagados de contradicciones, egos y vicios; ningún gobernante, ideólogo o revolucionario en la historia de la humanidad ha sido perfecto, luego entonces ¿por qué tener que estar totalmente a favor o totalmente en contra de alguien como es el caso de Hugo Chávez como presidente?

Desde afuera se ven logros y retrocesos en Venezuela, hay decisiones controvertidas que son para el bien común y otras para mal, la decisión final del avance o retroceso de Venezuela como nación está en voz de los venezolanos, la preocupación no es por el estado que guarda la política, la economía o sus asuntos interiores sino por la enorme polarización que existe y que al final del día, no es sana para nadie. Pareciera que el principal enemigo de Venezuela es el mismo venezolano, para los chavistas los antichavistas y a la inversa, ¿qué pasa entonces con la tolerancia, el derecho a no estar de acuerdo y sobre todo el diálogo y la inclusión como elementos estructurales de la democracia?, ¿qué pasa con esa hermandad que Bolívar inculcó prioritariamente en el pueblo venezolano?, ¿cómo esperar unidad latinoamericana cuando hay cisma en quien promueve dicha unidad?

Este problema va más allá del propio Chávez y su régimen, se trata de un daño al tejido social que requiere inmediata atención tanto del gobierno como de los opositores, no hay culpable e inocente, la responsabilidad creo que es compartida y por lo mismo, se requiere de una solución compartida para reparar esa polarización que permeó de forma perversa a la sociedad venezolana.

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