Pemex, en manos de Romero
Francisco Rodríguez lunes 22, Oct 2012Índice político
Francisco Rodríguez
Se ha convertido en un jeque electoral. Los cuantiosos fondos del gremio petrolero que encabeza son un manantial prácticamente inagotable de financiamiento a candidatos del PRI -ocasionalmente hasta de otros partidos, de acuerdo a la conveniencia- a prácticamente todos los puestos de elección popular. De la ubre del sindicato de Pemex han mamado una gran cantidad de quienes ostentan un cargo de elección popular.
Carlos Romero Deschamps es un personaje que incita la controversia. Sus finos y caros relojes, sus mansiones y departamentos por doquier, los autos de un millón de dólares de su hijo, los ostentosos viajes de su hija y las mascotas de ésta… Pero también es el dirigente sindical que mejor se amoldó a los 12 años de panismo en Los Pinos, con el que colaboró y casi no tuvo enfrentamientos, pese a haber sido perseguido por aquellos 500 millones de pesos que los petroleros tiraron a la basura -algunos dicen que a los bolsillos de connotados priístas como Emilio Gamboa- en la frustrada campaña presidencial de Francisco Labastida, quien fue el que más lo persiguió y hasta invitó a pasar “un par de años en la cárcel” para que el partido no tuviese que afrontar la multa de mil millones de pesos que le impuso aquel IFE.
Romero Deschamps se reeligió al frente del Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana.
El método empleado fue la selección de tres delegados de cada una de las secciones sindicales que le son afines -todo indica que a las que le son adversas ni siquiera se les invitó o, de plano, ya las desapareció-, quienes votaron por la reelección de don Carlos.
El jeque se sabe importante para lo que viene. Y es que si con su apoyo el PAN en Pemex hizo y deshizo -particularmente en las gestiones de Ramírez Corzo y en la del gallego Suárez Coppel-, ahora que la instrucción del PRI es la de abrir de par en par las puertas de la principal de las paraestatales al sector privado, Romero Deschamps será más útil que nunca: acallará, apagará, pisoteará cualquier intentona de los trabajadores por impedir que, en los hechos, Pemex se privatice.
Romero Deschamps se sabe poco afortunado en sus declaraciones ante la prensa -por ejemplo, la más reciente, en la que pidió “no maximizar” el incendio de una planta de gas en Reynosa, donde hubo tres decenas de trabajadores muertos- y, tal vez por ello, no ha dicho esta boca es mía en torno al acuerdo que, como “un balón de oxígeno”, celebraron Felipe Calderón y Mariano Rajoy para salvar de la quiebra a los astilleros de Galicia y, de paso, salvarle la reelección al presidente de la Xunta gallega. Como si esos empleos que van a conservarse y hasta crearse en Ferrol y en Vigo, no hicieran falta en Tampico y Altamira.
Aunque desmentida ya por sus interesados voceros oficiosos, la nueva es que Carlos Romero Deschamps, lamentablemente padece cáncer de colon y que, por tal, es que cada vez más frecuentemente viaja a Houston, Texas -obviamente no usa los servicios médicos de Pemex que regentea uno de sus compadres-, donde recibe tratamiento.
De ser cierta la especie divulgada a través de Twitter, ¿para qué entonces es que Romero Deschamps se reelegió? Acaso, como Hugo Chávez quien también padece cáncer, piensa que la enfermedad será benigna con él y le permitirá concluir su nuevo periodo al frente de los destinos de los trabajadores y sus familias, como rezan los clás cos en su infinita cursilería? Cronos tiene la última palabra.
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