Fausto, el pasivo
Ramón Zurita Sahagún miércoles 17, Oct 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
La decepción es enorme entre la población que habita el estado de Michoacán, la que se siente frustrada ante el pésimo inicio de gobierno de Fausto Vallejo Figueroa.
Después de dos terribles administraciones perredistas (Lázaro Cárdenas y Leonel Godoy), los electores de esa entidad decidieron volver a confiar en el partido tricolor y devolver el gobierno estatal que perdieron los tricolores, luego del gobierno de Víctor Manuel Tinoco Rubí.
Fausto Vallejo era un perdedor consuetudinario, que había sucumbido en su intento por ser diputado federal y senador, enviado hasta el tercer lugar en el segundo intento, pero que tenía el respaldo de amplio sector de la capital estatal.
Por eso, el PRI decidió postularlo como su candidato a gobernador, produciendo la sorpresa de ganar en las urnas, más por hartazgo que por buena imagen.
Su triunfo fue sobre el partido gobernante (PRD), el que fue enviado al tercer lugar y el partido favorito en las encuestas (PAN).
Las esperanzas de los michoacanos fueron depositadas en este personaje que no ha dado grandes muestras de destreza o habilidad política. Por el contrario, es un político que se refugia en sus colaboradores para no afrontar los hechos.
Michoacán es una entidad asediada por el crimen organizado, en la que se han producido hechos terribles de violencia y que fue elegida por el gobierno federal como plaza muestra del combate a la delincuencia organizada.
Fue en Michoacán donde en diciembre de 2006, el presidente Felipe Calderón dio marcha al programa piloto que se amplió después a otros estados.
La ofensiva gubernamental pareció tener éxito, en un principio, aunque lo único que provocó fue la división de los grupos delincuenciales, los que se repartieron el territorio en que siguen operando.
Sus incursiones son cada vez más atrevidas y se recuerdan algunos eventos, como son la rociada de balas que le produjeron a la camioneta blindada de la entonces secretaria de Seguridad Pública estatal, el asesinato del cantante de una conocida banda grupera, el secuestro y quema de unidades de reparto de empresas privadas y empleados de las mismas, además de decenas de muertos.
Es cierto que muchos de esos eventos se produjeron en la anterior administración, la del perredista Leonel Godoy y que también ese gobierno dejó al estado sumido en una crisis financiera, pero también es verdad que la delincuencia sigue operando en forma indiscriminada.
Los primeros meses del gobierno de Fausto Vallejo Figueroa han sido desastrosos, ante la ineficacia del gobernante y equipo que lo acompañan.
Jesús Reyna es el operador político del gobernador, desde la Secretaría de Gobierno. Es él quien da la cara, ante los temores de Fausto.
Se trata de un político priísta, cuya hechura es endosada al ex gobernador Ausencio Chávez, con quien laboró largos años.
Reyna sale una y otra vez a explicar lo inexplicable de los frentes abiertos en Michoacán, que no son atendidos y que han convertido a la entidad en un polvorín.
Si el gobierno de Fausto Vallejo no ha podido con la delincuencia, dejando la tarea a las autoridades federales, tampoco consigue meter en cintura a provocadores de todo tipo que se burlan del gobierno o, en su defecto, actúa con prepotencia y excesos de fuerza en otros escenarios.
Michoacán es un desastre en todos los sentidos. La delincuencia sigue operando por todo el territorio y el quebrantamiento de reglas es constante.
La comunidad religiosa de Nueva Jerusalén mostró desacato a las normas establecidas y el timorato gobernador no supo qué hacer. Se presentaron hechos violentos, sin que el gobierno estatal interviniera.
Estudiantes que mantenían en su poder la universidad fueron desalojados en una primera reacción que muestra cómo reaccionar ante esta comunidad estudiantil.
Ahora, otros estudiantes fueron reprimidos con la fuerza pública, ante la cerrazón de la autoridad para dialogar.
Es cierto que los estudiantes mantenían en su poder una serie de vehículos, despojados a choferes y propietarios de los mismos y que la autoridad entró para recuperarlos, pero lo hicieron con la fuerza bruta.
La reacción no se hizo esperar, ante la detención de casis dos centenares de estudiantes y las casetas de peaje fueron tomadas por grupos de apoyo.
Sin embargo, lo más notorio de esto es la escasa presencia pública del gobernador y la constante exposición de su representante.
Hace unas semanas circuló la versión de que el gobernador Vallejo Figueroa se encuentra enfermo y que hasta licencia solicitaría, para atenderse del mal que le aqueja.
La versión fue desmentida por el propio gobernador, aunque hay quienes insisten en la veracidad de la misma y que por razones obvias, el poco tiempo que lleva al frente del gobierno, es necesario negar dichas filtraciones.
Y es que el PRI hubo de esperar dos administraciones perredistas para recuperar esa plaza, donde además de todo obtuvo buenos resultados en la elección federal del pasado 1 de julio y no está dispuesto a ceder ni un ápice de su territorio, con todo y que Vallejo Figueroa les represente más un lastre que una ayuda.
EQUIPO DE TRANSICIÓN
Son 55 las personas que integran el equipo de transición designado por Miguel Ángel Mancera, para preparar su arribo al gobierno del Distrito Federal, cuya coordinación estará a cargo del propio gobernante electo.
Se crearon cuatro subcoordinaciones, en las que fueron designados Oliver Castañeda en Programas; José Ramón Amieva, Vinculación e Integración; Gustavo Gamaliel, Acciones Estratégicas y Gabriela Jaramillo, Entrega y Recepción.
El costo que tendrá el aparato de transición es de 3 millones 400 mil pesos y Mancera se comprometió a que se hará en forma transparente.