País psicodélico
¬ Juan Manuel Magaña viernes 12, Oct 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
Alguien me comentaba que en otras partes del mundo no se explican cómo es que los mexicanos aguantamos tanto, cómo permitimos que corra tanta sangre, que haya tantos pobres y que desde el gobierno roben tanto. Y todo sin que nos atrevamos a hacer un solo cambio.
Se admiran de cómo es que somos tan dejados y descuidados, cuando que por el uno por ciento de lo que hemos permitido que nos hagan y le hagan al país en otras latitudes caen gobiernos y personajes, y se exigen responsabilidades.
Esta historia condensa algo de eso extraño que somos y nos pasa:
En Tlaxcala, un joven de 25 años salió a las 19:00 horas del día 6 de octubre, a entregar una pizza a bordo de una motocicleta, tipo chopper, color rojo, al domicilio que se ubica en calle Primero de Mayo, edificio 9, departamento “C”, del fraccionamiento La Cañada, municipio de Tetla. Ya no regresó.
Su cuerpo fue encontrado días después con vendajes que cubrían sus ojos y sujetaban manos y piernas, en un terreno baldío cerca de un bachillerato. Sus familiares ya lo habían reportado como desaparecido. El joven había muerto a consecuencia de una herida en el cuello de arma punzocortante.
Al reconstruir el caso, la policía descubrió que el joven repartidor llegó tarde a entregar una pizza que había solicitado una pareja.
Cuando el enfadado solicitante escuchó el ruido de la moto del repartidor, salió a recibirlo con un golpe que le acertó en la cara.
Acto seguido lo introdujo al domicilio, donde él y su mujer lo arrojaron al suelo y lo cocieron a puñetazos y patadas. Después, el joven repartidor fue metido a un cuarto, con vendas en los ojos y atado de manos y pies. De madrugada, el joven fue sacado de ahí, intentó huir y entonces fue herido de muerte con un cuchillo. En un terreno baldío fue rematado con más punzadas en el abdomen y fue abandonado. Todo porque una pizza fue entregada con retraso. Quién lo puede entender.
En el asesino veo un tipo encabronado con la vida, comenzando con su madre y con su padre, con su propia fragilidad y con su impotencia para cambiar su suerte.
Desde su pequeño ego, en su búsqueda ofuscada de un instante de grandeza decide la muerte del otro, con la misma ligereza o turbiedad con que otros que deciden la muerte de diez, cien, mil, 60 mil.
Creo que fue Jesús Reyes Heroles, un viejo sabio del sistema, el que alguna vez dijo que “no había que despertar al México bronco”.
Tenía como referente la revolución del siglo anterior. Y en los últimos 30 años, a ese México le han hecho de todo para despertarlo. Lo saben y tan lo saben que hicieron que su energía, potencialmente revolucionaria, se convirtiera en criminal. Le abrieron las compuertas de la maldad y miren nada más el resultado.
Y por eso hay tipos así, que van por la vida consumiéndose en sí mismos. O que incendian un país.