Un botón de muestra
¬ Augusto Corro viernes 12, Oct 2012Punto por punto
Augusto Corro
Tarde o temprano la sociedad es alcanzada por los problemas derivados de la violencia. ¿Un botón de muestra? En Michoacán, por ejemplo, el 20% de la población padece trastorno depresivo. La mencionada entidad fue sometida a acciones violentas desde que empezó la guerra contra la delincuencia organizada.
Casi 6 años que los michoacanos padecen en menor o mayor grado los efectos que ocasionan los enfrentamientos entre narcos y estos contra los representantes de la ley. La guerra contra la delincuencia organizada causó, entre otras cosas, un daño terrible en el tejido social.
Si presentamos a Michoacán como botón de muestra por los resultados de la guerra antinarco, ¿qué debemos pensar de lo que ocurre en diferentes entidades? ¿Qué pasa en estados norteños donde la muerte se ha cebado con miles de personas?
Hay ciudades en las que sus moradores cambiaron radicalmente su forma de vida. Desaparecieron las actividades públicas nocturnas porque nadie quiere ser blanco de las balas de los delincuentes; o víctima de los secuestradores.
No hay horarios para las actividades de los narcos. A cualquier hora del día y en el lugar menos pensado se desatan las balaceras con las consecuencias que todos conocemos.
Indiscutiblemente la población es afectada mentalmente, porque ¿quién puede aguantar tanta presión emocional? Y a una persona con problemas mentales se le complica la vida; pues los trastornos depresivos le cambian el rumbo de su existencia.
Quienes se metieron en esta lucha contra la delincuencia organizada, seguramente ya comprobaron que México se encuentra inmerso en una pesadilla. ¿Quién no va a sufrir al no saber nada de sus seres queridos? ¿Cuántos mexicanos padecen trastornos depresivos debido a la violencia? Muchísimos, seguramente.
LA REFORMA LABORAL
Quizá, amable lector, ya escuchaste que en la Cámara de Senadores se analiza una reforma laboral, que en el papel promete una paraíso donde no habrá desempleo, ni injusticias contra los trabajadores. Dicha ley ya fue aprobada en la Cámara de Diputados. Es decir, ya pasó el trago amargo más difícil, porque se supone que en ese recinto parlamentario, se encuentran los defensores más representativos de las causas populares.
Los diputados, que lucen esa alta investidura, ya dijeron que la ley estaba perfecta, la montaron sobre rieles y la enviaron a la Cámara de Senadores. Sin embargo, la nueva ley laboral aprobada con beneplácito de los inquilinos de San Lázaro, no toca al sector laboral que se conoce como charrismo sindical. Los caciques de los trabajadores no existen para los representantes populares. Por lo mismo no deberán ser tocados en sus privilegios.
Por lo tanto, las multicitadas reformas se encuentran en manos de los senadores, quienes deberán aprobar o en su caso enmendar algunos renglones de la nueva ley, que dicho sea de paso, son abominables.
La historia del sindicalismo charro se distinguió por el caciquismo y por la antidemocracia que practican los líderes. Entre otras cosas, no entregan cuentas de las cuotas millonarias que reciben de sus agremiados. Además, esos “charros” tienen la “costumbre” de eternizarse en los cargos.
Ningún gobierno, del signo que se trate, pudo meter en cintura a los dirigentes charros, quienes ahora son los más renuentes a que los senadores le metan mano a las reformas y estas los lleven a rendir cuentas y a efectuar elecciones democráticas en los sindicatos.
Por ejemplo, el líder cetemista de mayor jerarquía, Joaquín Gamboa Pascoe, manifestó su rechazo a la reforma mencionada y consideró que si el Senado incluye en ella el tema de la transparencia sindical, la minuta será devuelta a la Cámara de Diputados donde permanecería “en la congeladora”. En síntesis, si con la nueva ley laboral no se tiene la certeza de que se incremente el empleo; si no se llama a cuentas a los líderes charros, ¿por qué ese interés de perder el tiempo sin sentido alguno? Si no se trata de una reforma laboral integral, mejor dejar las cosas como están.
Todo mundo participa en la discusión para darle luz verde a la reforma laboral. En ella participación líderes charros, representantes de los patrones y del gobierno federal, menos los verdaderos beneficiados o perjudicados por la aplicación de las nuevas leyes, como son los trabajadores.
Por cierto, en el Senado hacen el papel de legisladores varios líderes charros de agrupaciones de trabajadores, como son los sindicatos de Pemex, CROC., etc., que forman parte del Congreso del Trabajo.