El drama continúa
¬ Augusto Corro jueves 11, Oct 2012Punto por punto
Augusto Corro
¿Dónde están? Es la pregunta que se hacen miles de familias que no encuentran a sus seres queridos: padres, hermanos, hijos o simplemente amigos. El incremento de la delincuencia organizada en México y su combate propiciaron los levantamientos, secuestros y muertes de personas involucradas o no en el narcotráfico y en otros delitos del crimen organizado.
Por ejemplo, la lista interminable de indocumentados centroamericanos que son víctimas de los carteles de la droga y de las propias autoridades, pues sufren extorsiones, plagios y asesinatos desde su llegada a nuestro país y al recorrido que realizan rumbo a los Estados Unidos.
El número de personas desaparecidas se calcula en miles desde que el gobierno federal puso en marcha la lucha contra el crimen organizado.
Las carreteras, principalmente en el norte del país, se convirtieron en trampas mortales para quienes intentan viajar por ellas. Bajo el dominio de los grupos delincuenciales, todo tipo de transporte es revisado por los hampones.
Esos sujetos deciden quién o quiénes deben continuar su viaje y separa a aquellos a los que va a sacrificar a balazos o a golpes. Esta historia de violencia se ha multiplicado en los últimos años.
Uno de los ejemplos es la matanza de 79 indocumentados en San Fernando, Tamaulipas. Todos fueron asesinados con un tiro en la cabeza.
Otros casos están relacionados con el sinnúmero de cadáveres localizados en fosas clandestinas. También hay que mencionar a aquellas personas que fueron desaparecidas con ácido o incineradas para borrar cualquier huella que lleve a su identificación.
Con la captura de Salvador Martínez (a) “La Ardilla” resurge la esperanza de que se conozca el fin de cientos de personas desaparecidas en los últimos años. A este delincuente se le adjudica la autoría intelectual del asesinato de los indocumentados en San Fernando, ocurrida en agosto del 2010; así como de 320 ejecuciones y 50 asesinatos realizados por él mismo.
Por esta razón, familiares y parientes de los desaparecidos demandan una oportunidad de participar en las investigaciones de las autoridades, con el propósito humanitario de encontrar una luz que los ayude a localizar a sus seres queridos de los que no volvieron a saber nada.
AL FIN
Quizá una de las principales fallas del gobierno federal panista fue la de emprender una lucha contra el crimen organizado sin contar con las armas suficientes y apropiadas. En estos días será aprobada en el Senado una legislación contra el lavado de dinero que se encontraba atorada.
Esta nueva ley, según se afirma, fortalece los mecanismos de análisis para la información financiera y contable, así como la inteligencia para efectuar investigaciones de recursos cuya procedencia es sospechosa.
Por lo que se ve, en la estrategia de Calderón, las cosas se hicieron al revés. La fortaleza de los cárteles de la droga se encuentra en su poder económico. Las grandes sumas de dinero les sirven para proveerse de armas, comprar conciencias y mantener una economía boyante.
En el presente, Joaquín El Chapo Guzmán es uno de los hombres más ricos del mundo de acuerdo con la revista Forbes. Ser dueño de esa riqueza implica todo un ejército de personas para conseguirla y mantenerla.
¿Alguien se ha preocupado en seguir el rastro del dinero lavado de El Chapo? Con la nueva ley antilavado se buscará frenar el flujo de recursos ilícitos que alimenta el poderío económico de los grupos criminales.
BENDITO AZAR
El azar jugó un papel determinante en la muerte del capo Heriberto Lazcano Lazcano (a) “El Lazca”.
Si no hubiera sido por el robo del cadáver del delincuente, nadie sabría que se trataba del jefe absoluto de “Los Zetas”. El cuerpo sin vida del narco estuvo más o menos cinco horas sin que las autoridades tuvieran idea de que había sido abatido uno de los capos más importantes en México.
Como señalamos, “El Lazca” y su guarura perecieron en un enfrentamiento con los marinos, cuando intentaban huir después de ser ubicados en un parque deportivo. Los dos delincuentes fueron trasladados a una funeraria para que ahí les practicaran las necropsias y continuarán las investigaciones sobre la identidad de los ultimados.
En la madrugada, un comando encapuchado entró a la funeraria y los sicarios sometieron a los trabajadores y se llevaron los cadáveres. Las autoridades locales avisaron a la Secretaría de Marina y esta se concentró en identificar a los narcos. Hasta ese momento se supo que uno de los muertos era el buscado líder zeta, “El Lazca”.
El desenlace del enredo todo mundo lo conoce.