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Ramón Zurita Sahagún jueves 11, Oct 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Rodrigo Medina de la Cruz sufre la incertidumbre de ser el conejillo de indias que muchos pronosticadores políticos le adjudican.
El gobernador de Nuevo León se encuentra en medio de una tempestad proveniente de una pésima gestión administrativa, de un desaseo gubernamental y del asedio de los grupos delincuenciales.
Visto como uno de los jóvenes que le vinieron a dar un nuevo rostro al PRI, Medina de la Cruz dejó de ser referente para el partido y hoy es visto como un lastre terrible, para la cara que desea presentar el partido a partir del 1 de diciembre.
La lógica del priísmo apunta hacia lo sucedido en 1988, con el arribo de Carlos Salinas de Gortari a la Presidencia de la República y hubo un reajuste entre los gobernadores del país.
Tres gobernantes sufrieron las consecuencias de que el candidato presidencial priísta perdiera en los estados gobernados por ellos.
Xicoténcatl Leyva Mortera, Baja California; Luis Martínez Villicaña, Michoacán, y Mario Ramón Beteta, Estado de México, fueron los primeros que pagaron las consecuencias y los tres fueron relevados de los respectivos gobiernos estatales y confinados a cargos menores.
Después de ello, se produjo la revolución que llevó a más de una docena de gobernadores a ser relevados de sus gobiernos estatales.
La administración salinista movió a unos por dudas surgidas en los comicios que, supuestamente ganaron.
Fausto Zapata, San Luis Potosí; Eduardo Villaseñor, Mi choacán; Ramón Aguirre, Guanajuato, fueron gobernantes que dejaron dudas en sus procesos electorales y que, los dos primeros duraron unos cuan tos días como mandatarios y en el caso del tercero, ni siquiera asumió el cargo.
Otros, como Beatriz Paredes, Tlaxcala, y Genaro Borrego Estrada, Zacatecas, fueron requeridos para tareas partidistas, sin importar que no habían concluido sus gobiernos.
Los gobernantes fueron vistos como empleados del Presidente en turno y no como autoridades surgidas de una elección, avalada por la ciudadanía.
En la actualidad, los problemas de inseguridad, el crecimiento de la violencia y otros graves problemas surgidos en algunas entidades mantienen en jaque a una serie de gobernantes que desconocen como será el estilo de gobernar del nuevo Presidente de México.
Son pocos los que se atreven a definir a Enrique Peña Nieto y la forma en que gobernará a partir del 1 de diciembre.
Es cierto que como referencia se encuentra la gestión desarrollada en el Estado de México, donde su principal aval son los más de 600 compromisos contraídos en campaña y cumplidos en su gestión de seis años.
En el caso concreto de Medina de la Cruz, quien rindió su tercer informe de gobierno, son políticos interesados los que divulgan una serie de rumores, versiones y filtraciones, sobre el eventual cambio de mandos en esa entidad.
Entre los apuntados para cubrir una eventual suplencia se encuentran personajes, como el diputado federal Jorge Mendoza, ex senador; Cristina Díaz, secretaría general del PRI y senadora de la República; Ildefonso Guajardo, ex diputado federal y parte del equipo de transición de Enrique Peña Nieto, y Javier Treviño, diputado federal en la LXII Legislatura del Congreso de la Unión.
Pero si Medina de la Cruz tiene sus barbas en remojo, hay otros gobernadores que sufren angustia, ante el desconocimiento del estilo de gobernar de EPN.
La duda consiste en que los rumores señalan que los gobernadores en cuyos estados perdió la elección presidencial el priísta Peña Nieto, podrían sufrir las consecuencias de un castigo similar al aplicado en 1988.
y aunque son causas distintas unas y otras, el temor existe en los altos círculos priístas.