Tragicomedia perredista
¬ Juan Manuel Magaña sábado 6, Oct 2012Política Spot
Juan Manuel Magaña
Está Silvano Aureoles en la esquina del cuadrilátero, muy golpeado y sofocado. A su lado está su afligido manejador Jesús Zambrano con la toalla y la cubeta, tratando de darle aliento. El primero le dice al otro:
-Nuestros enemigos quieren golpearnos, quieren hundirnos.
Zambrano interroga:
-¿Los priístas, los panistas, los del verde…?
-No -responde el amoratado -, los compañeros perredistas.
El cuadro está plasmado en una caricatura de Jabaz, en el diario Milenio. Sintetiza el drama cómico de la «izquierda». Un cardumen que en elecciones sigue al que va en la punta para beneficiarse de lo que se alcance a agarrar. Luego, el problema viene cuando no se sabe qué hacer con lo agarrado o se pasa de saber de más.
Lo más fácil es vender lo obtenido. Y traicionar al líder. Entonces el cardumen se divide en muchas partes, cada cual con sus pedazos de poder.
Ya Aureoles, coordinador de los diputados perredistas, ha visto su cabeza peligrar por haber condenado a sus compañeros que tomaron la tribuna en contra de la aprobada reforma laboral.
Ese hecho de discrepancia ilógica ya no es nuevo y más bien es algo que se ha convertido en una tara: algunos perredistas navegan con bandera de izquierda para después venderla al mejor postor. Es su triste historia.
Pero al final Silvano ha dicho que ya el episodio de discrepancia ha sido zanjado y que el cardumen se ha vuelto a pegar. Quién se lo va a creer.
Por otro lado, hay experiencias de que cuando ese tipo de «izquierda» ha tenido más poder, más inútil y contradictoria ha salido. Ahí están los que han sido gobernadores de Guerrero, Zeferino Torreblanca, de Chiapas, Juan Sabines, y de Michoacán, Leonel Godoy. Y no se diga la de Zacatecas, Amalia García.
Corrupción, amiguísimo, nepotismo y completa traición a los principios han marcado el paso de esas administraciones. Y ahora es el turno, en Morelos, de Graco Ramírez. Újule.
La «izquierda» tiene sus demagogos. Inteligentes, por cierto. Han sobrevivido por muchos años con pura saliva, recitando libros. Graco es uno de ellos. Y ahora le llegó el momento de mostrar de qué está hecho. Y una de dos: o lo hace razonablemente bien, o muestra el apellido Talamantes.