Crimen indignante
Ramón Zurita Sahagún viernes 5, Oct 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Indignante, estremecedor y sin razón alguna, son algunas palabras con las que puede catalogarse el asesinato de José Eduardo Moreira Rodríguez, hijo del ex gobernador de Coahuila, Humberto Moreira y sobrino del actual mandatario, Rubén Moreira Valdez. Se trata del hijo mayor del también ex dirigente nacional del PRI y aunque las autoridades deberán abocarse a la investigación, los primeros informes dejan en claro que se trató de un vil y cobarde asesinato.
Es cierto que la violencia ataca por igual a ciudadanos comunes que a políticos, empresarios, religiosos y que el clima de la inseguridad aumentó considerablemente conforme se acerca el final de la presente administración, pero los saldos son cada día más terribles. La zona norte del país, Tamaulipas, Nuevo León, Chihuahua y Coahuila son entidades en las que el crimen organizado sentó sus reales desde hace mucho tiempo y sus períodos de tranquilidad son reducidos.
En Coahuila, la zona de La Laguna, especialmente Torreón, se convirtió en un territorio de alta peligrosidad, los continuos reportes de víctimas mortales, así como los enfrentamientos con armas de fuego entre autoridades civiles y militares con delincuentes, son una constante.
La fuga masiva de un reclusorio en esa entidad, es otra prueba de lo peligroso que se ha convertido vivir en Coahuila, principalmente para la ciudadanía común.
Y es que resulta sumamente preocupante que las autoridades pongan atención y den rápida respuesta cuando el delito se comete en contra de alguien relacionado con las cúpulas del poder y no como se requiere con un trato igual y justo para la ciudadanía en general.
La respuesta de las autoridades fue tan pronta que la PGR decidió intervenir y abrir una averiguación previa en torno al delito, mientras que las dos dependencias militares determinaron enviar a sus efectivos a la zona.
No es la primera ocasión en que la respuesta de la autoridad es con celeridad. En el ataque a dos presuntos agentes de la CIA y un marino, sucedido en una carretera de Morelos, la respuesta fue similar, como también cuando un agente estadunidense fue asesinado en una carretera cercana a San Luis Potosí.
Hechos hay muchos, pero que, lamentablemente, son respuesta a acontecimientos sumamente sonados.
En algunos de ellos, hasta responsables del ilícito hay, pero son los menos.
La batalla contra la delincuencia tiene, hasta el momento, un saldo negativo, donde han caído víctimas inocentes y otras no tanto.
Realizamos hace unos días un recuento sobre el gremio periodístico, durante los 12 años de gobiernos panistas, donde existen 72 víctimas mortales y 13 desaparecidos, sin contar los ataques que han sufridos los medios de comunicación.
También alcaldes de distintas poblaciones del país, diputados, secretarios de Seguridad Pública, policías, marinos, soldados y otro tipo de autoridades han sucumbido a los ataques de la delincuencia.
Pero a eso se suman una serie de víctimas inocentes, ciudadanos comunes, cuyos casos son conocidos, cuando exceden los límites de lo increíble o a algún medio de comunicación le atrae como caso especial, de otra forma, pasa inadvertido y pasa a formar parte del archivo.
Son diversas las ocasiones en que el presidente Calderón Hinojosa hace referencia a que el siguiente gobierno, que encabezará Enrique Peña Nieto, tendrá que seguir con los programas implementados en la actual administración para detener la violencia.
Y es que estados que antes se consideraban como alejados de los márgenes de violencia que se presentan en otras entidades, hoy ya se encuentran igualmente contaminados y el grado de inseguridad es patente.
Veracruz, Oaxaca, Guanajuato, Aguascalientes, Nayarit, Colima, entre otros, que registraban hechos aislados, presentan ahora un panorama distinto, con presencia notoria de los grupos delincuenciales.
MANZANILLA BUSCA ALIANZA
Fernando Manzanilla, secretario estatal de Gobierno en Puebla, cuñado del gobernador Rafael Moreno Valle Rosas y delfín del mismo para sucederlo en el gobierno estatal, se prepara para encabezar una alianza de partidos políticos en torno a su candidatura a la presidencia municipal de la capital del estado.
Manzanilla se encuentra consciente de que no le alcanza con el membrete del PAN, ni con la ayuda de su cuñado, para ganar los competidos comicios del año próximo, principalmente si se confirma que el abanderado del PRI será el diputado federal y ex alcalde Enrique Doger.
Por eso, busca concretar la alianza con los partidos Nueva Alianza, cuya dirigencia estatal está conforme en ir de la mano con el PAN, pero además, Manzanilla, busca el respaldo de los partidos de izquierda, algo más difícil de concretar, si se toma en cuenta que la izquierda en Puebla está sumamente crecida, luego de los resultados alcanzados en los comicios del 1 de julio pasado, donde resultó sorpresiva la votación conseguida por Andrés Manuel López Obrador y la alcanzada por el candidato a senador Manuel Bartlett Díaz, quien estuvo a punto de arrebatar el premio de consolación que logró el panista Javier Lozano Alarcón, al ubicarse como la primera minoría y escalar por un escaño senatorial.
Los comicios estatales en Puebla se efectuarán en julio del año próximo y llevan consigo un premio especial, ya que los alcaldes electos tendrán una duración de más de cuatro años, mientras que habrá un período de gobierno estatal de un año y medio, al término de la administración de Moreno Valle.
Nacido fuera del territorio poblano y sabedor de que la Constitución estatal establece el rango de poblano como condicionante para aspirar a cargos de elección popular, Manzanilla realizó en tiempo y forma la solicitud ante el Congreso estatal.
Esas mismas condiciones llenaron con anterioridad la panista guanajuatense Ana Teresa Aranda y el priísta chiapaneco Javier López Zavala. Lo curioso de ambos es que perdieron las elecciones en que compitieron. ¿Sucederá lo mismo con Manzanilla?