Pederastia en la Iglesia (2)
Francisco Rodríguez martes 20, Abr 2010Índice político
Francisco Rodríguez
TRAS REVISAR LAS causas por las que la Iglesia católica se encuentra en la mayor de sus crisis en los tiempos modernos -lo que le transcribí ayer aquí-, monseñor Abelardo Alvarado Alcántara, obispo auxiliar emérito de la Arquidiócesis de México, entra de lleno en las argumentaciones que defienden al papa Benedicto XVI de las acusaciones que ha recibido.
Recuerda, así, que en 2001 y a instancias del propio Ratzinger, que entonces era cardenal y estaba el frente de la Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), el papa Juan Pablo II dio facultades a ésta para “guiar la respuesta de la Iglesia católica sobre el problema del abuso sexual de menores por parte de clérigos”, a través de la publicación del motu proprio Sacramentorum Sanctitatis Tutela (“La tutela de la santidad de los sacramentos”).
El ahora Papa “se esmeró en que los casos, presentados a la CDF, fueran juzgados de manera más expedita, transparente y respetando los derechos de las personas involucradas en el caso; la CDF ha declarado los casos de abuso sexual de menores por clérigos como delicta graviora, es decir, delitos más graves, como los crímenes contra los sacramentos de la Eucaristía y la Penitencia, perennemente asignados a dicha congregación. Esto en sí mismo pone de manifiesto la seriedad con que hoy la Iglesia lleva a cabo su responsabilidad de ayudar a los obispos y superiores religiosos para evitar que estos crímenes se repitan en el futuro, y para castigarlos cuando se producen. “Este es un legado del papa Benedicto XVI que facilita enormemente la labor de la congregación en beneficio de toda la Iglesia” ha dicho el cardenal Levada, actual orefecto de la CDF.
“Benedicto XVI repetidamente se ha disculpado por la vergüenza de los abusos sexuales de menores en varias ocasiones y ante audiencias de todo el mundo; no ha desconocido la gravedad de los delitos y ha dado la cara para afrontar el problema. Esto no había sucedido nunca antes. Se ha declarado profundamente apenado y avergonzado por estos actos, ha pedido perdón a nombre de la Iglesia, ha exhortado al arrepentimiento sincero emprendiendo una camino de purificación, curación y a una verdadera renovación interior de todos los cristianos, estableciendo normas precisas para que se haga justicia con las víctimas, se les atienda y se someta a los tribunales civiles a los culpables, ya que las normas eclesiásticas no prohíben a las víctimas denunciar los abusos sexuales a las autoridades.
“Se ha destacado esta voluntad del papa Benedicto XVI de extirpar esa lacra de la Iglesia con mano firme y con una especial compasión para con las víctimas; la reciente carta del Santo Padre a los católicos de Irlanda es una clara muestra de su firme actitud ante este grave problema; cuando estuvo tanto en Estados Unidos como en Australia, Benedicto XVI se encontró con algunas víctimas de abusos. Está personalmente empeñado en hacer todo lo posible para hacer justicia y confortar a las víctimas.
“Él no sólo se ha reunido con las víctimas, sino que ha dado normas a las Conferencias Episcopales sobre esta materia, siendo la más reciente la Conferencia de Obispos Católicos de Irlanda. Él ha sido históricamente, más que cualquier otro funcionario eclesiástico, el que más ha reaccionado en contra de los abusos de menores por parte de clérigos y ha querido tomar enérgicas medidas precautorias para evitarlos. En lugar de culparlo de negligencia u omisión en estas materias, debe ser reconocido por el fuerte liderazgo que él ha asumido a nivel de toda la Iglesia en este campo. Tenemos con él una gran deuda de gratitud por la introducción de los procedimientos que han ayudado a la Iglesia a tomar medidas frente a esta lacra…
“El Papa, a través de la CDF, a la que está confiada la tarea de atender estas denuncias, ha dado directrices uniformes sobre cómo denunciar los abusos sexuales; las Conferencias Episcopales de diversos países han establecido así estructuras de rendición de cuentas (juntas que incluyen a miembros del clero, religiosos y laicos, incluidos expertos), informes a un Consejo Directivo Nacional y programas de educación para las parroquias y escuelas en la sensibilización y la prevención de la violencia y el abuso sexual a los niños.
“De hecho, las denuncias de casos de abusos por clérigos han disminuido notablemente en la última década; actualmente, la mayor parte de las denuncias sobre casos de abusos sexuales a menores se refieren a los sucedidos en las décadas de los 60`s y los 70’s, hace más de 40 años;
“Una grave injusticia se ha cometido al pretender generalizar y acusar a los sacerdotes y religiosos sin reconocer que los casos de sacerdotes y religiosos culpables son relativamente pocos, en comparación con el número de sacerdotes fieles, que han cumplido su ministerio con gran generosidad y fidelidad y han hecho gran bien a sus comunidades, como se puede atestiguar.
“Lo que nos queda hacer ahora es en la medida de lo posible, conocer la verdad, pedir perdón, hacer lo humanamente posible para curar las heridas de las víctimas de estos delitos y someter a los culpables al juicio de las autoridades civiles para que reciban el castigo merecido. Necesitamos una conversión interior y una purificación que sólo con la gracia de Jesucristo y con la oración permanente podremos obtener. Lo demás debemos dejarlo en las manos de Dios”.
Palabras sabias, de un personaje que, como monseñor Alvarado, es respetado en todos los ámbitos por la sensatez de sus opiniones.
Índice Flamígero: “Escuchamos voces de gente que piensa que la barca de la Iglesia se está hundiendo; que después de pasear su población por los mares del mundo y a lo largo de los siglos, comienza a hacer agua por los todos costados; son las mismas voces y, en ocasiones, hasta amenazas que se escuchan, pero se escuchan desde hace 2 mil años…”: Norberto Rivera Carrera, en su homilía del más reciente domingo.