El regreso de Rosario
Ramón Zurita Sahagún lunes 10, Sep 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Ella dice que fue por amor y que nunca supo de los negocios que hacía Carlos Ahumada y que mucho menos conocía de las filmaciones que hacía con personajes de la política, ni de los tratos que con ello tenía.
Rosario Robles se exculpó de todas las responsabilidades que le fueron endosadas a varios personajes de la vida política que realizaron transacciones con el mencionado empresario. La entonces jefa de gobierno del Distrito Federal y después presidenta del CEN del PRD, simplemente hizo mutis, se alejó del escándalo, se guardó de los medios y de los reflectores y regresó a sus orígenes. Su relación sentimental con Ahumada le dejó buenos dividendos, reflejados en un cambio de imagen y de status de vida.
Dentro de la vorágine ocasionada por las revelaciones que se hicieron del “affaire” Ahumada, se vieron una serie de filmaciones con algunos personajes que desaparecieron de la escena política y otros más que se encuentran encumbrados nuevamente. Unos reconocieron sus tratos con el empresario de rápido crecimiento y otros más lo negaron y de pronto el exitoso empresario se había convertido en un peligro para la actividad política. Hasta antes de conocer a Carlos Ahumada, Rosario Robles era una esforzada luchadora de la izquierda politizada, aplicada en temas universitarios, donde participó activamente en los sindicatos de educación superior.
Fue diputada federal y dirigente universitaria y creció al ser jalada por Cuauhtémoc Cárdenas como su segunda en el mando del gobierno capitalino, cargo que le heredó el primer jefe de gobierno electo da la época moderna.
Hasta ahí era Rosario una de tantas mujeres que toman más interés por la política que por su arreglo personal, cuando vino un cambio de imagen que no dejó de sorprender.
De sus ropajes comunes pasó a vestimentas de diseñador, modernas. El corte de pelo también sufrió una transformación, lo mismo que el calzado y los pesados anteojos fueron eliminados. Todo el mundo quedó sorprendido ante la nueva imagen de la jefa de gobierno, sin imaginar el porqué del cambio y la mode4rnización de su imagen. Al término del período para el que fue electo Cuauhtémoc Cárdenas, Rosario había logrado un crecimiento político insospechado, al tiempo que logró consolidar la presencia de la izquierda en la capital del país, por lo que fue ubicada como la artífice del triunfo de Andrés Manuel López Obrador y del primer gobierno de seis años en la ciudad de México.
Rosario entregó buenas cuentas y le fueron otorgados amplios reconocimientos por parte de los ciudadanos y de una gran parte de la llamada clase política.
Por eso, no le fue difícil convertirse en el mejor prospecto para dirigir su partido (PRD) en el ámbito nacional, situación que logró en el tiempo necesario para ello.
Desde esa posición, Rosario buscaba entregar buenas cuentas electorales y se comprometió a que su partido las alcanzaría en los comicios federales de 2003, siendo su meta llegar a la centena de diputados federales.
No lo consiguió, aunque en su propósito, la presidenta del PRD asumió una serie de compromisos monetarios que causaron un gran quebranto dentro de su partido y que dieron origen, según cuentan algunos, a su relación con el empresario Ahumada.
Hay quienes remontan esa relación a su tiempo de jefa de gobierno y otro más que ocurrió en función de que Carlos Ahumada sería el que absorbiera los pasivos del partido, a cambio de jugosos contratos con autoridades emanadas del partido del sol azteca.
Se notaba la felicidad en el rostro de Rosario Robles, ya que dicen las viejas consejas, el amor y el dinero son sumamente notorios.
Todo era felicidad en la dirigente perredista, hasta que estalló el escándalo y se comenzaron a filtrar las primeras grabaciones y filmaciones que se hicieron en la oficina de Carlos Ahumada.
René Bejarano fue el primero que fue expuesto embolsándose dólares, siguieron Carlos Imaz, Ramón Sosamontes y otros más cercanos al afecto de Rosario y el escándalo se hizo más grande. La propia Rosario acababa de volar con el empresario y ella y otros políticos de la izquierda prefirieron renunciar a sus respectivas militancias para no ahondar la crisis en que se encontraba el partido de izquierda.
Rosario se cambió de domicilio y retornó a su estilo anterior, aunque mantuvo la imagen fresca que había adoptado. Se alejó del escenario político y dio paso a una nueva faceta, la de analista política y constructora de imagen política.
La lección había sido aprendida y su relación con las mujeres de la política le permitió encauzarse en ese nuevo medio de diseño de imagen y “coaching” política. Su respaldo al candidato presidencial del PRI, Enrique Peña Nieto, era consecuencia del distanciamiento que tomó de Andrés Manuel López Obrador, al que incluso combatió y responsabilizó de parte de su debacle política.
Su relación con los priístas y con su candidato presidencial le rindió frutos, ya que, incluso, su hija, fue nominada candidata a diputada por el partido tricolor. Ahora parece venir el nuevo tiempo de Rosario Robles, ya que fue incluida dentro del selecto grupo de 47 personas que le fueron asignadas tareas dentro del equipo de transición designado por el Presidente electo. Solamente falta saber si eso le alcanza a Rosario Robles para recomponer su dañada imagen política y puede ser incluida dentro del próximo gabinete presidencial.
El pasado quedó en eso y Rosario parece haber entendido la lección que la marginó más de un lustro de las actividades políticas, aunque lo haría fuera de la izquierda y sin militancia en el partido gobernante.