Detrás de la señal
¬ Claudia Rodríguez viernes 7, Sep 2012Acta Pública
Claudia Rodríguez
La presencia y los discursos de apenas el día miércoles de esta semana de Felipe Calderón, quien seguro ya habrá iniciado la mudanza de su morada sexenal y del priísta y presidente electo Enrique Peña Nieto, tienen como base de la comunicación, el que la mayoría de los actores de la sociedad reciban la señal de que el país se mantiene en calma y que todo seguirá su curso de manera normal.
Sin embargo, las señales implícitas muchas veces sugieren lo contrario.
Para nada pongo en tela de juicio el que Calderón y su círculo más cercano -no sólo de correligionarios, amigos e intereses-, se decidieran por apoyar sin cortapisas la candidatura del priísta Peña Nieto desde el mismo momento en que el ahora senador panista Ernesto Cordero, no hubiera ganado las internas para candidato presidencial en su partido y fuera rebasado por Josefina Vázquez Mota.
Lo anterior refleja que ese pacto de transición tersa entre Calderón y Peña se trabajó y acordó desde hace tiempo. Para más datos, solicitar una entrevista con Josefina Vázquez Mota y otros más de los que conformaran su equipo de campaña.
Lo que sí es de cuestionarse, es si estando el país como lo está, envuelto en una guerra violenta y sangrienta a la que más que fin, no se le ve ni estrategia ni forma; con un sector laboral cada vez más deprimido, con los precios de la canasta básica superando los ingresos incluso de la llamada clase media, con una gran cantidad de mexicanos que de nueva cuenta vuelven a cuestionar el sistema de partidos y el electoral, así como otras linduras, es que pueda hablarse y prometerse tersura en medio de tanta aspereza.
La señal en todo caso que enviaron Calderón y Peña Nieto al presentarse en forma conjunta ante diversos medios de comunicación, no se trataba sino de un frente común ante los reclamos de millones de mexicanos que aún no aceptan los resultados, sobre todo en lo que a la elección presidencial se refiere.
Panistas y priístas van en frente común, de no ver y no oír a quienes no acepten los resultados que posicionan al ganador hacia su nueva morada sexenal: Los Pinos.
Lo ideal sería gobernar para el futuro, no con los del pasado. Tan es así, que habría que poner sobre la mesa en primera instancia como las formas que impuso Felipe Calderón a sus antagonistas para el diálogo, no le resultaron.
Es quien tiene la mesa puesta, quien debe correr la cortesía aún al más contrario a sus ideas políticas y sus logros.
Por el bien del país, yo utilizaría una fórmula distinta a la aplicada por la administración calderonista para tratar que sus adversarios participen en la vida política del país, porque la exclusión como hemos visto en los últimos años, no ayudó mucho.
La señal tan explícita del acuerdo y la tersura que la crean quienes quieran, yo entendí que son un frente común que trabajará para los intereses propios de quien se va y de quien se queda.
Acta Divina… El presidente Felipe Calderón, y su sucesor, Enrique Peña Nieto, iniciaron esta semana la transición sexenal y acordaron realizarla de forma tersa, ordenada, armoniosa, transparente, institucional y apegada a derecho.