¿Aprendieron los priístas?
Ramón Zurita Sahagún lunes 3, Sep 2012De frente y de perfil
Ramón Zurita Sahagún
Como en el teatro, la comedia, drama o vodevil del proceso electoral federal llegó a su fin y sin final de suspenso. Terminó como se preveía, con el reconocimiento del triunfo de Enrique Peña Nieto, por parte del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación.
Las pruebas presentadas por los partidos de izquierda para que fuese declarada la invalidez del proceso, fueron consideradas insuficientes y el PRI consolidó su regreso a Los Pinos, como se lo propuso desde que perdió la Presidencia de la República hace 12 años.
Fueron 12 años de frío político para los militantes del partido tricolor y ahora se verá si de verdad aprendieron la lección o recurrirán a las estrategias de los tiempos pasados.
Es cierto que parte de esas estrategias son la coacción para obtener el voto y las canonjías y prebendas que se otorgan durante los procesos electorales.
Sin embargo, eso mismo es una práctica común de todos los partidos, lo que no significa que esté bien, pero es que los otros partidos aprendieron las tácticas del viejo PRI y las aplican, tal vez, sin la contundencia del tricolor.
Las supuestas pruebas de la compra del voto por parte de los tricolores en la campaña presidencial son engañosas, aunque los más consideran que son reales, pero no se fundamentaron con pruebas fehacientes de ello.
De todos es sabido la forma en que operan los partidos políticos para granjearse el voto ciudadano, unos más y otros menos notorio, por lo que es urgente una nueva reglamentación que sancione esas prácticas y aplique mayor energía en materia de inequidad.
Los priístas que son los inventores de esas estrategias se cuidarán de ser los promotores de las nuevas enmiendas y los opositores carecen de la fuerza necesaria para promoverlas.
Una muestra del nuevo PRI sería que se convirtieran en los impulsores de las mismas y fuesen ellos los que presentaran las iniciativas que sean necesarias para una transformación verdadera.
Las tres iniciativas de ley que lleva como estandarte el PRI, para regular la publicidad gubernamental y fomentar la transparencia, son propuestas novedosas que enseñan un camino antes no transitado por este partido.
Con el reconocimiento del triunfo de Enrique Peña Nieto y de su partido, los priístas pasarán la prueba del ácido, en que deberán confirmar que se trata del nuevo PRI que tanto promueven.
Los gobernadores, legisladores y funcionarios públicos vivirán un nuevo capítulo en esa relación, donde se verá si es similar a la del pasado o son nuevas reglas las que rigen.
Durante décadas todos esos personajes mostraron una sumisión ante el Ejecutivo federal, aunque desde la década pasada aprendieron que pueden actuar con libertad y que esa misma libertad les produce mayores dividendos que la sumisión.
Hace siete años, cuando inició el proceso electoral federal, los priístas se encontraban en buena posición para disputar la Presidencia de la República.
Dos personajes se perfilaban para la candidatura presidencial: Roberto Madrazo Pintado, presidente nacional del PRI y Arturo Montiel Rojas, gobernador del Estado de México.
Los pleitos entre ellos derivaron en divisiones internas y la situación se agudizó cuando Montiel Rojas quedó fuera de la sucesión.
El golpeteo contra el virtual candidato del tricolor se multiplicó y fueron los propios gobernadores de su partido los que le cerraron las puertas a la posibilidad de triunfo.
Madrazo Pintado fue cayendo en las preferencias electorales y de disputar el primer lugar, quedó ubicado hasta el tercero.
Algunos de los razonamientos apuntaron hacia los cacicazgos de los gobernadores, los que no querían nuevamente a un priista en la Presidencia de la República, pues se habían convertido en virreyes de sus respectivos estados.
Aprendieron a convivir con un Presidente de la República surgido de otro partido, el que no aplicaba como jefe supremo partidista.
La sumisión de gobernadores y legisladores era tan grande en el pasado reciente que el Ejecutivo federal aplicaba sanciones terribles en contra de quienes no le obedecían.
Decenas de gobernadores fueron relevados de sus administraciones por el simple hecho de contrariar al Ejecutivo en turno.
Otros más lo hicieron como castigo por no obtener los resultados electorales esperados.
Por eso no queda nada más que esperar cuál será el estilo de gobernar del nuevo Presidente, para saber si está de regreso el viejo PRI o si en verdad existe un nuevo PRI, con nuevos métodos, nuevas estrategias y alejado de las prácticas viciadas del pasado, en un intento por construir una mejor forma de gobierno y mejorar las prácticas democráticas.
AMLO
Es cierto que Andrés Manuel López Obrador anunció que no reconoce el triunfo de Enrique Peña Nieto y que lanzó fuertes reclamos contra la forma de actuar del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación y sus integrantes, pero también lo es que su reacción no fue como lo esperaban sus críticos.
Será hasta el próximo domingo cuando el tabasqueño dé a conocer la estrategia que seguirá ante el reconocimiento del triunfo priísta, dejando en ascuas a seguidores y críticos.
El tabasqueño tiene varios caminos, pero no hay por qué especular sobre la ruta que habrá de trazar, ya que son pocos los días que faltan para su definición.
Sin duda, son días en que podrían producirse una serie de eventos y anuncios que vayan dando luz sobre el asunto.
Por lo pronto, algunos de los gobernadores emanados de la izquierda ya han dado a conocer sus posicionamientos sobre el tema.
Arturo Núñez Jiménez, gobernador electo de Tabasco, manifestó su respaldo a AMLO, pero reconoció el triunfo de EPN.
Gabino Cué consideró necesario darle la vuelta a la hoja y trabajar al lado de EPN.